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 domingo, 09 de julio de 2006  
Buenos Aires: la iglesia más antigua

Los ladrillos de sus galerías sostuvieron los pasos de los misioneros jesuitas recién llegados a Buenos Aires, o personajes históricos como Cornelio Saavedra, Juan José Castelli y Mariano Moreno. Sus santos fueron quemados en el •55 y los reclamos por su resguardo llegaron a cortar las calles. La iglesia de San Ignacio ahora está en reparaciones.

"Nos reconforta que la iglesia se está reparando" dice Cristina Devoto de Bach, la museóloga que está a cargo de la oficina cultural del templo, que rescata el papel que jugó la casa en la historia argentina.

La iglesia de San Ignacio se encuentra en Bolívar 225, esquina Alsina. Está al lado del Colegio Nacional Buenos Aires, antes Colegio de los Jesuitas ( y frente de la Librería del Colegio, antes Librería de Avila), exactamente en el corazón del barrio Monserrat. Sus muros se levantaron en abobe y estaban en pie en 1686 cuando la torre sur y el frente se alzaron con los primeros ladrillos de Buenos Aires.

La construcción actual comenzó en 1712, según planos del jesuita Juan Krauss, que dirigió la obra. Conserva la misma torre sur y el frente original, que junto con un tramo de galería subterránea del desaparecido fuerte, son los elementos arquitectónicos más antiguos de la ciudad.

Los rastros de aquella construcción están intactos en algunos rincones de la casa: las galerías altas tienen los pisos originales, esos que transitaron los misioneros como Doménico Zipoli y llegó a Buenos Aires antes de partir hacia el Litoral a trabajar en las misiones guaraníticas.

La iglesia también fue "catedral provisional", ya que muchas veces la original "sufrió derrumbes y se necesitaba reemplazarla", dice la museóloga. Pero su rol popular se constituyó en los cabildos abiertos que se celebraron el 12 y 13 de febrero de 1816, para consolidar la independencia firmada en Tucumán; y en 1823.


Con Garay
Las actas del Cabildo que se encontraron en el crucero de la iglesia indican que la figura de la Virgen de las Nieves, segunda patrona de Buenos Aires, tiene 400 años y podría haber llegado con Juan de Garay. La imagen está tallada en madera que todavía conserva su aroma y es la más antigua de la ciudad.

Entre los trabajos restituidos se encuentran cuadros y papeles que estaban en las galerías altas y el retablo de San Luis Gonzaga, patrono de los enfermos de sida, que ahora se llama de la Inmaculada Concepción, cuenta la restauradora Agustina Beguiristain. Es un trabajo realizado en cedro del Paraguay, tallado, policromado y dorado a la hoja, confiesa la restauradora.

"El ahora retablo de San Luis Gonzaga era San Francisco Javier y es similar al de San Miguel Arcángel, situado enfrente: una composición neoclásica realizada por el tallista Juan Antonio Gaspar Hernández. Su mano especializada se aprecia en el turbante, los laureles, las guirnaldas y otros motivos ornamentales.

"El retablo de San José es el más adelantado: un donante anónimo, por devoción, tuvo la gentileza de rescatarlo. Empecé a trabajar con pigmentos italianos que tienen sustancias orgánicas pastadas químicamente. En el rastreo se descubrieron los colores originales. Las bases son azul de Prusia con leche, porque la pintura contiene caseína; el rojo que indica la divinidad y el oro que es la forma como el hombre representa lo divino, porque es el elemento natural más precioso que tiene y por un precepto bíblico. En la Biblia se dice que en el Arca de la Alianza, los dos querubines están laminados en oro fino. Un ejemplo que sigue todo el arte sacro".

La puerta lateral de la calle Alsina, no necesitó reparación: tiene tableros formando pilastras con pedestal. Posee un abanico arriba con el lema de Ignacio de Loyola: A.M.D.G, iniciales de "A Mayor Gloria de Dios".


Intimidades de restauración
Agustina Beguiristain tiene un profundo amor por lo que hace. Con esas manos curtidas reparó el Palacio Anchorena, donde funciona la Cancillería, entre cientos de trabajos a lo largo de 20 años. Tiene un equipo de siete personas: tres carpinteros y cuatro restauradores. Y afirma que va rezando mientras saca las maderas de los retablos, las restaura, saca las molduras originales, las arregla y las coloca. "Los íconos llevan un barniz final de clara de huevo y proteína que se trata con ácido fénico", revela mientras muestra las hojitas de papel de oro puro que cuida amorosamente: "Cuando la base es de arcilla, se humedece y luego se pega esta hojita que se absorbe", concluye la especialista en arte sacro.

La imagen del arcángel San Rafael con Tobías muestra las consecuencias del incendio de la iglesia en los turbulentos enfrentamientos con el peronismo, en 1955. Se guarda intacta, preservada por un vidrio como testimonio de ese período. Las imágenes de San José y Santiago fueron "decapitadas" y mutiladas las manos.

Lejos quedaron las quejas del otrora párroco de esta iglesia, Francisco Delamer, quien con sus perros salió a parar los colectivos cuyas vibraciones aumentaban la grieta provocada en el techo, después de haberse desgañitado solicitando ayuda a las autoridades de Buenos Aires sin obtener respuesta. El dramático pedido surtió efecto, pero "al padre Delamer le costó un infarto", recuerdan en la parroquia.

La iglesia fue apuntalada, previa intervención de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos y los cambios, subvencionados porlos feligreses. Las grietas todavía se ven y el órgano, que no es el original, tiene serias averías. A pesar de eso, suena los primeros domingos de mes cuando se organizan conciertos para recaudar fondos para las obras. La iglesia más antigua de Buenos Aires tiene horarios de visita para alumnos o particulares, hasta con guías bilingües. Pero los paseos se integran a las misas y actividades normales de cualquier templo.

En agosto, para el aniversario de la Reconquista, San Ignacio se apresta a participar de una gigantesca procesión, llevando a la Virgen de las Nieves a acompañar como tantas otras, a la del Rosario, "a quien Belgrano le dio la bandera", finalizan. Visitar San Ignacio es casi una obligación histórica de los argentinos. Los extranjeros no dejan de hacerlo. Y las vacaciones de invierno son una buena oportunidad.
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La segunda catedral. San Ignacio se encuentra en el corazón del barrio Monserrat.


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