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 domingo, 09 de julio de 2006  
Lecturas: estaciones de un viaje

Andrea Ocampo

Poesía. Romero, de Sebastián Riestra. Editoriaql Ciudad Gótica, Rosario, 2005, 94 páginas, $ 15.

"Romero" es el último libro del poeta rosarino Sebastián Riestra. Romero es el nombre, también, de un arbusto aromático perenne, valorado desde tiempos antiguos y extendido por el mundo ya que, como la poesía, crece en todo tipo de terreno y clima. El romero simboliza el imposible y la memoria, razón para creer que en "Romero" el recuerdo ha tomado el lugar de lo real y quien recuerda ha logrado, por una vez, poseer lo que de otra manera se volvería olvido.

Rosemary, rosmarin, rosmarinus. El romero aparece en diferentes idiomas dentro de la obra y en cada ocasión marca una etapa, un silencio que organiza el flujo de los textos. No es sencillo escribir sobre el amor y la ausencia sin ser empujado contra las cuerdas de lo cursi o derrotado por frases de postal. En "Romero" se destacan la precisión del lenguaje y la dosificación de la imagen, en el marco de una búsqueda que se relaciona íntimamente con la obra que Riestra ha dado a conocer hasta ahora.

Es que en cada uno de sus libros el poeta ha establecido lugares y personajes capaces de crear una ilusión de realidad, a tal punto que el lector se siente partícipe de la experiencia narrada. En los textos aparecen personajes femeninos que a veces crean la sospecha de ser uno solo que se metamorfosea para tortura del autor. Y el escritor asume la primera persona para prestarle el cuerpo a este ser que no se construye con detalles físicos, sino como un haz de sentimientos.

Ya en "El ácido en las manos" (1992), "El porvenir de los muertos" (2000) y "Clitoriana" (2004) Riestra había equilibrado reiteraciones y momentos únicos de forma para que sus libros puedan leerse como uno solo. La idea de anclar los sentimientos en lugares aparece ya en "El ácido..." y se sostiene en "Romero", de manera que el lector recorre Fisherton, plaza Pringles, Rosario Norte, avenida Belgrano y Arroyito pero también Montevideo... Itaca. Bares, esquinas y plazas se suceden: otra versión, muy personal, de Rosario.

"¿Dónde estás? ¿O sólo estás en tu ausencia?" ("Encuentro tardío", de "El porvenir de los muertos") y "Alguien no está. Esa ausencia es el mundo" ("Después", de "El ácido en las manos") pueden ser señales de la ruta de acceso a la sede de la ausencia, que desemboca en la soledad final de "Romero": "Donde estés, me falta/ lo que fuiste y me faltará/ lo que seas" ("Ornitology"). Vivir en soledad. Mudarse a recuerdo. Atardecer en sexo. Visitar muerte. Riestra nombra espacios con la misma jerarquía que ciudades visibles, para dibujar un mapa (de mappa, en latín pañuelo) en el que se pueden leer los derroteros del viajero enamorado y errante en una tierra que será por siempre desconocida y tendrá ojos de mujer: "Los viejos territorios se han abierto/ de nuevo a los pasos del corazón,/ pero es tarde y los cuchillos esperan/ al final/ de cada viaje en la noche. Te necesito/ ahora y aquí en vez de esta muerte. Te necesito/ para vivir, pero no necesito/ vivir: necesito olvidar,/ y tu recuerdo sangra" ("Ultima carta", de "Romero").

También se destaca el uso de los signos de puntuación. Si bien muchos poetas prescinden de mayúsculas y puntos, Riestra recupera la utilización de los signos como una respiración del texto. Los paréntesis instalan poemas paralelos, construyendo así la ilusión de un texto que es expuesto y otro que fluye en secreto. Riestra prefiere utilizar el "vos" sin renunciar a lo lírico y mezcla paradigmas de mujer, nombrando de manera sugerente a todas como si fueran una y viceversa ("Mi bella Jekyll era Hyde. Mi azul/ hermana era lo más/ puta que hay. Bajo esa lluvia/ de puñales la amaba", "Noche de Pichincha", de "Clitoriana"). En todos sus libros se encuentra, además, una fuerte presencia del inglés, que instaura el mismo efecto de mezcla y oscuridad. Estos son algunos de los caminos por los que Riestra encuentra ciudades, cruza fronteras y vuelve, una y otra vez, a los pequeños parajes donde sucedió lo verdadero e importante.

Los mapas se construyen a partir de la necesidad de asir la inmensidad: hay mapas geológicos y políticos, mapas del cielo y de la tierra. En este caso, el poeta ha desplegado un mapa del amor, con sus caminos que se cruzan o se anulan, con su velocidad de vértigo y sus salvajes despedidas.
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En primera persona. Sebastián Riestra.

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