Testimonios clave de la represión ilegal en el norte

Ecos del reconocimiento de la base de Reconquista

Carlos Roberto Morán / La Capital

El reciente reconocimiento de un ex preso político de que fue alojado y torturado en III Brigada Aérea de Reconquista durante la última dictadura militar, reavivó hechos registrados en el norte provincial en aquel oscuro período.

El periodista Raúl Borsatti, quien también pasó por la base, recordó ante La Capital que la cárcel clandestina funcionaba en un viejo hangar, al tiempo que precisó que en el norte santafesino no se registraron acciones armadas. De ahí que, si bien se produjeron reiteradas violaciones a los derechos humanos, no hubo casos de desapariciones.

No obstante, de los departamentos Vera y General Obligado salieron, para no tenerse más noticias de ellas, 23 personas (entre hombres y mujeres), incluyendo a dos sacerdotes focolares: Nelio Rougier (habría muerto en los montes tucumanos, según versiones, crucificado cuando aún estaba vivo) y el uruguayo Mauricio Silva, quien luego de trabajar en Fortín Olmos fue chupado en la Capital Federal, en 1977.

Estas historias estremecedoras las resumió Borsatti en un libro ("Sólo digo compañeros") en el que reconstruye la vida y el compromiso de los militantes que trabajaron en distintas organizaciones del norte provincial.

El abogado Gabriel Hernández es el defensor de Alejandro Córdoba, quien reconoció las instalaciones de la base en las que estuvo cautivo y fue torturado con picana, además de sufrir simulacros de fusilamiento. Según contó el letrado, fueron 45 días de torturas, incluso psicológicas, los que soportó Córdoba cuando tenía 23 años y militaba en la Juventud Peronista (JP).

Córdoba fue trasladado luego a Santa Fe, donde en las oficinas de Inteligencia volvió a ser torturado. Y conoció otros dos centros ilegales: la comisaría 4ª y la Guardia de Infantería. A fines de 1978, quedó en libertad sin haber sido imputado ni condenado.

Néstor Medina tiene 59 años y hace diez que se trasladó con su esposa a Federal (Entre Ríos), donde ejerce la abogacía. Reconstruye con fidelidad lo que padeció desde el momento en que lo arrestaron en la chacra en la que vivía con su tío, en las afueras de Reconquista. Aunque su actividad en la JP no era central, soportó interrogatorios, golpes, picanas y vejaciones: "Me llevaban de aquí para allá, vendado, hasta que perdí la noción del tiempo".

Detenido a fines de 1976 y trasladado a la base, su arresto fue blanqueado en enero del año siguiente. Primero lo derivaron a Santa Fe y, posteriormente, a la cárcel de Coronda. Junto a unos 500 presos políticos soportó humillaciones y castigos inesperados. Quedó libre en 1981.

Medina había denunciado su caso en la década del 80, ante una comisión militar que nada hizo, y ahora admite sorpresa por el resurgimiento de las denuncias.

Es que Córdoba declaró inicialmente en la causa que instruye el juez federal Reinaldo Rodríguez por la represión ocurrida en Santa Fe. Pero la fiscal Griselda Tessio, al tomar conocimiento de que también estuvo en la III Brigada, giró las actuaciones al magistrado subrogante Virgilio Palud, quien dispuso la reciente inspección ocular de la base.

Las denuncias apuntan al comodoro retirado Arturo Vanthienen (ex jefe de la base) y al entonces comisario Octavio Benítez y al ex policía Carlos Nickisch, quienes actuaron en Inteligencia.

También Elvira Dieringer, quien a los 19 años estudiaba Profesorado e integraba el centro de estudiantes, reconoció la base en la fue vejada y humillada durante 24 horas. Le aplicaron la picana en el brazo y luego la derivaron a la cárcel de Devoto, de la que salió 11 meses después.

Entre el 23 de julio y el 7 de agosto próximos habrá una nueva ronda de declaraciones de testigos.