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 domingo, 09 de julio de 2006  
Editorial
El Angel Gallardo, museo y símbolo

La devastación dio paso a la reconstrucción en el emblemático edificio de la Facultad de Derecho rosarina y el tradicional espacio destinado a las ciencias naturales, reinaugurado el pasado jueves, luce joven y remozado. La misma Argentina merecería repetir la metáfora: de las sombras a la luz, del desastre a la resurrección, renovación y modernización de por medio.

El 1º de julio de 2003 es un día de funesta memoria para los rosarinos. Fue entonces cuando una protesta de gremios estatales que reclamaba un aumento de sueldo se instaló frente a la Facultad de Derecho y un grupo de manifestantes arrojó bombas de estruendo que provocaron el incendio del espléndido edificio, emblema de la ciudad. La destrucción causada por la irracional acción de los inadaptados incluyó al Museo de Ciencias Naturales Angel Gallardo, que perdió nada menos que el ochenta por ciento de su irreemplazable patrimonio, constituido por ejemplares de fauna únicos en el continente sudamericano. Tras la catástrofe, sin embargo, el camino de reconstrucción recorrido fue rectilíneo y los frutos se recogieron el pasado jueves, cuando la reinauguración de la entidad —totalmente renovada— se convirtió en un acontecimiento emocionante y ejemplificador.

   Lo que era la imagen misma del desastre se transformó tras arduo trabajo en un espacio moderno, concebido a partir de una concepción que prioriza la dinámica y la agilidad expositivas, sumadas al empleo de paneles con relatos destinados a dar un mensaje en el marco de las exposiciones temáticas. Entre las modificaciones concretadas en el museo, merece destacarse lo que conceptualmente podría definirse como la sustitución de la proliferación por la síntesis: tal cual lo acotó en charla con este diario el museólogo Sebastián Bosch, “para construir un discurso que tenga sentido no resultan necesarios tantos objetos”.

   El nivel de la destrucción sufrida como consecuencia del siniestro fue tal que las trece mil piezas con que contaba el museo cuando se produjo el pavoroso incendio quedaron reducidas a apenas dos mil. El secretario de Cultura provincial, Jorge Llonch, hizo una aclaración que revela el nuevo espíritu reinante: el funcionario, tras revelar que la inversión realizada en el Angel Gallardo superó los dos millones de pesos, contó que “no está pensada la adquisición de más ejemplares taxidermizados, a fin de evitar la consecuente matanza de los animales”.

   La metáfora de lo ocurrido resulta transparente: lo que fue devastación hoy es un ámbito colmado de sentido vital y posibilidades pedagógicas, una flamante alternativa cultural entre las múltiples que ya componen el menú rosarino. En cierto sentido, el Angel Gallardo se asemeja a la Argentina, que después del cataclismo de 2001 ha iniciado con éxito el sendero de la reconstrucción nacional. Ojalá que el país pueda igualarse en el futuro al museo de ciencias naturales rosarino, que resurgió de las cenizas para convertirse en símbolo.


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