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domingo,
09 de
julio de
2006 |
Maquillaje: arma de seducción
El maquillaje existe desde que el hombre descubre el pigmento en diferentes materias primas como piedras, sales, plantas, e intenta pintar sobre diferentes soportes: árboles, paredes, objetos e incluso sobre su propio cuerpo. También lo hacían los cavernícolas, las tribus indígenas, las culturas asiáticas, egipcias y grecorromanas que hacían un culto de la estética y del ideal de belleza.
En nuestro país el maquillaje fue creciendo y transformándose de la mano de la moda. A fines del siglo XVIII, en la clase alta porteña prevalecía la influencia española: peinetones, mantillas, rebozos y el estilo borbónico en lo masculino. Durante el siglo XIX surge la influencia de la importación de lujo francesa, logrando su apogeo en 1870. A principios del siglo XX, y después de Primera Guerra Mundial, surgen en la argentina los primeros establecimientos de alta costura como consecuencia del crecimiento social. Tanto la moda como el maquillaje determinaban prestigio y factor de pertenencia tomando como modelos la clase alta y las estrellas de cine, mostrando rostros empolvados, aterciopelados y blanquecinos cuyo mensaje sugería "mujeres que no sufren la pobreza".
Los primeros síntomas del feminismo y la Revolución Industrial trajeron aparejados cambios políticos y sociales, y la cosmética da un vuelco con productos elaborados también en forma industrial. Fue a principio del siglo XX que surgen las creadoras de dos imperios, Helena Rubinstein y Elizabeth Arden, dos eternas rivales que construyen sus cadenas de cosméticos en el barrio neoyorquino de Manhattan, para luego expandirse a Milán, París, Toronto y América. En nuestro país, Eva Duarte fue el mayor referente del crecimiento de la estética.
Diversos mensajes
Con las innovaciones tecnológicas y el crecimiento de los medios de comunicación, la moda y el maquillaje se incorporan a un público masivo, no como distinción, sino como adaptación a la vida social; junto con las casas de alta costura surgen tiendas que socializan la moda, comienza la confección en serie accesible y popular, se crea el jean, el sport wear, la minifalda y la imagen apunta a lo distendido y joven.
En la década del 70 las vanguardias que rechazan lo convencional y el consumismo consideran al maquillaje como algo antinatural y frívolo. Pero con el paso del tiempo fue cambiando sus mensajes. Durante los años 80 el auge de la TV a color, la importación de revistas, la información que llegaba a través de los canales de cable y la informática, el maquillaje se incorpora dentro de las connotaciones posmodernas en donde la sociedad propugna una imagen estética narcisista, eternamente joven, instancia que no siempre condice con la realidad ni con el ideal de belleza que el mercado de la moda y la cosmética impone. Hoy el maquillaje refuerza y acompaña la autoestima como un desafío a la presión social imperante, y se utiliza como una arma de seducción ya que un rostro bien maquillado muestra un aspecto saludable y facilita una mejor aceptación en los ámbitos sociales.
Silvia Armoa
Maquilladora
[email protected]
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