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 domingo, 09 de julio de 2006  
opinion
La soja, más allá del valor económico
El aporte de la cadena de la oleaginosa a la sociedad del conocimiento es un nuevo potencial para el país

Jorge E. Weskamp (*)

El agro argentino ha mostrado siempre, pero particularmente en los últimos años, una notable dinámica y eficiencia y una gran capacidad de adaptación a las situaciones que se le plantean. Integrado a la producción agroindustrial, sigue siendo un pilar fundamental en las exportaciones nacionales, en el aporte de divisas y en la generación de empleo.

Desde principios de la década del 90, la producción de maíz, trigo y girasol se duplicó. En el caso particular de la soja, observamos que a 30 años de haberse comenzado a sembrar esta leguminosa, en la actualidad, la Argentina es el tercer productor después de Estados Unidos y Brasil, y primer exportador de harinas y aceites.

Solamente durante el 2005 el complejo soja exportó 8.500 millones de dólares, generando un ingreso al estado nacional en concepto de retenciones de 1.800 millones de dólares.

Con el objetivo de dimensionar esta cifra, podemos decir que con la mitad de esta suma el gobierno cubre la totalidad de los planes jefes y jefas de hogar para desocupados del país durante un año. De este modo se generó un superávit comercial que ha permitido aminorar el impacto negativo de la crisis.

Esta realidad permitió además, la reactivación y crecimiento de otros sectores, como son la fabricación de maquinaria agrícola, el suministro de insumos y semillas, y la construcción, por nombrar algunos.

Es así, que observamos como la soja en particular y la agricultura en general colaboró con la integración de nuestra geografía, teniendo efectos estructurantes sobre el territorio, al impulsar el desarrollo regional, favorecer nuevos emprendimientos, retener a la población residente en sus lugares de origen y generar empleo en el interior del país.

La importancia de la soja para la Argentina no sólo debe medirse por el nivel de sus exportaciones, su resultado en la balanza comercial y en la entrada de divisas al país, o por su significación en la generación de empleos directos e indirectos, o por su enorme contribución a los ingresos fiscales para el Estado Nacional, las provincias y los municipios y las comunas. A pesar de su trascendencia y magnitud, esas cifras nos muestran sólo algunas facetas positivas del sector.

La natural integración que existe entre campo e industria y los puentes cada vez más sólidos y proactivos con el campo científico, o lo que se ha dado en llamar la sociedad del conocimiento, permite que nuestro país siga creciendo.


Innovación y conocimiento
El fenómeno actual de esta leguminosa ha tenido que ver con la visión, la capacidad innovadora y el trabajo, en la adopción de aquellos cambios que suponen la incorporación de conocimientos y tecnología de última generación como la biotecnología y la informática, como pueden ser una semilla GM (genéticamente modificada) o el GPS (sistema de posicionamiento geográfico), la gestión agronómica y empresaria, las comunicaciones, los mercados de futuro y la formación de una cadena productiva altamente eficiente.

Podemos observar que, por ejemplo, a través de la biotecnología se permitió simplificar el control de malezas en soja. El fenómeno de la siembra directa ha permitido controlar la erosión de los suelos y la economía del agua que requieren los cultivos.

A partir de la necesidad de contar con combustibles provenientes de recursos renovables, y teniendo en cuenta la creciente demanda mundial referida a la protección del medio ambiente, haciendo énfasis entre otros en la reducción de la emisión a la atmósfera de gases contaminantes, en nuestro país están madurando importantes inversiones para la refabricación de biocombustibles.

En el campo de la medicina, durante el sexto simposio internacional sobre el rol de la soja en la prevención y tratamiento de enfermedades crónicas que se llevó a cabo en Estados Unidos, se analizaron los grandes aportes de esta leguminosa en los tratamientos de cáncer, osteoporosis, enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad y las enfermedades autoinmunes.

Además, se ampliaron conceptos y experiencias sobre las ventajas nutricionales de este grano.

La revolución digital está transformando la actividad productiva, y lo que puede llegar a ocurrir con la revolución biotecnológica supera la imaginación. Pronto podremos estar produciendo algodones de colores, plásticos biodegradables, vacunas o aceite similar al de oliva en soja.

A los mercados de commodities, el mundo suma una serie de productos de soja, con destino directo a la alimentación humana y usos industriales, mediante el uso del grano como alimento directo o derivados de procesos sofisticados de aislamiento de elementos funcionales, preparados especiales, transformación física y química, etcétera.

La proteína de soja ha sido la base de la alimentación de las culturas orientales y recientemente los descubrimientos de los efectos positivos de algunos componentes de la soja en la nutrición y salud humana, no sólo ha vigorizado el consumo en aquellos, sino que han expandido su utilización en el mundo occidental.

En la Argentina, el consumo de productos derivados de soja se ha expandido en los últimos años. Por propia derivación de las nuevas conductas alimentarias de occidente, se han incorporado a la dieta de una parte de la población. Nuestra tierra, nuestro clima y nuestra cultura agronómica, sumadas a la capacidad de innovación de la agroindustria, pueden transformar nuestra economía, por la generación de valor que produce el conocimiento aplicado a la actividad productiva.

Tenemos que aprender a hablar lenguajes comunes y comprender intereses y fortalezas ajenas para poder avanzar y desarrollar conocimientos y tecnologías nacionales precisamente en nuestro sector más competitivo. En este marco, Rosario y la región fue testigo de uno de los eventos internacionales más importantes sobre la soja, el Mercosoja 2006. Este congreso sirvió de marco para compartir, debatir e intercambiar información, actualizar los principales temas y adquirir nuevos conocimientos acerca del complejo sojero a nivel mundial.

(*) Presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario
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En universidades (aquí Agrarias de la UNR) y el sector privado se avanza en la investigación.

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