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sábado,
08 de
julio de
2006 |
Giustiniani le
pone el pecho
Rodolfo Montes / La Capital
Con una metáfora futbolera, "no hay mejor defensa que un buen ataque", Rubén Giustiniani interpretó ayer los virulentos ataques que le dedicó la senadora Cristina Fernández de Kirchner en la sesión del jueves en el Senado de la Nación. La esposa del presidente había pedido "un poco de honestidad" al senador socialista, en una histórica sesión donde hizo uso de la palabra durante 135 minutos, la mayor parte de ellos para denostar a la oposición y a la prensa.
El teléfono celular del rosarino del barrio de Alberdi ayer explotó. Es que la primera dama, con sus furiosos ataques por la posición del socialista respecto del proyecto de los superpoderes, lo convirtió en una de las figuras políticas relevantes del día. "Vemos que la crítica de desde un espacio progresista es la que más incomoda a este gobierno", dijo Giustiniani. Y agregó: "Nosotros no cambiamos, continuamos con nuestra postura de independencia política y señalando los elementos positivos de este gobierno".
Cristina Kirchner (como ayer detalló La Capital) le pasó factura al socialismo santafesino por las múltiples obras que el gobierno nacional impulsó en Rosario y que supuestamente habría capitalizado políticamente la Intendencia de la ciudad.
Cristina reveló: "Muchos, en nuestro partido nos criticaban, pero nosotros decíamos «¡no importa de que partido son, si las obras las necesitan los rosarinos!», por qué, entonces, tanta mala fe".
Sin apasionamientos, Giustiniani contestó ayer a través de La Capital que "es habitual que los gobiernos nacionales tengan un concepto equivocado sobre los fondos públicos". Y abundó: Santa Fe aporta el 9% de los impuestos, y el 33% en retenciones a las exportaciones agropecuarias. "Y no recibe en la misma proporción. Se repite el viejo vicio de la Casa Rosada de favorecer a su provincia (en este caso Santa Cruz, y a la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo subsidiando el pasaje del subterráneo a 70 centavos".
"Entiendo que Cristina atacó porque no tenía fundamentos jurídicos sustanciales, y porque cambiaron 180 grados en la postura sobre la reglamentación de los DNU", analizó Giustiniani.
Se refería a la ausencia de un plazo obligatorio para su tratamiento en el Congreso, como lo contempla el proyecto aprobado en la madrugada del viernes en el Senado. Cristina Fernández había sostenido el criterio contrario -colocar un plazo de 60 días que obligaba su tratamiento en las Cámaras-, pero en esta etapa, y con Kirchner en la Casa Rosada, cambió de postura.
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