Año CXXXVII Nº 49130
La Ciudad
Política
Información Gral
El Mundo
Opinión
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales
Ovación Mundial


suplementos
ediciones anteriores
Página Solidaria 31/05
Turismo 28/05
Mujer 28/05
Economía 28/05
Señales 28/05
Educación 27/05
Autos 25/05
Salud 17/05

contacto

servicios
Institucional

 domingo, 04 de junio de 2006  
Panorama político
Un ladrillo en la pared

Mauricio Maronna / La Capital

Néstor Kirchner es el mejor de todos los kirchneristas. Su máximo error es creer que los más lúcidos adversarios (pocos, es verdad) esperan su tropiezo en el corto plazo.

Cuando la macroeconomía crece más rápido que el tren bala (anuncio que encantó solamente a serpientes con el veneno seco), con un superávit fiscal que convierte a la caja en un repleto camión de caudales y una sociedad que todavía no superó el trauma de haber avalado al esclerotizado gobierno de la Alianza después de digerir, como un almuerzo frugal, las trivialidades del menemismo, la reelección es como un vaso de agua: no se le niega a nadie.

El acto del 25 de mayo (más allá de narradores de epifanías o catástrofes) fue una brutal, contundente, despiadada demostración de fuerza. Una postal que nace de las mismas entrañas del peronismo, que, al fin, no es otra cosa que el poder.

Como la fábula del escorpión y la rana, Kirchner demostró qué es lo que está en su naturaleza: más allá de que la constelación de encuestadores arroje sobre su figura porcentajes de imagen positiva inéditas al cumplirse tres años de gobierno y la oposición sea una construcción teórica, echa sal sobre todas las heridas. La semana pasada le tocó al Ejército. Ahora, que pase el que sigue.

De acuerdo a trabajos realizados por el Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, a los que tuvo acceso La Capital, desde el primer gobierno de Menem, Kirchner ha sido el presidente con más conflictos laborales por mes. En tres años de gestión, el santacruceño tuvo 99 cortes de rutas y vías públicas por mes. Resultado: al cumplir 3 años en el poder, es el único jefe del Estado que no ha sufrido paros generales desde 1983. Por eso, ahí estaban en la plaza las columnas sindicales exhibiendo sus pecheras o sus cascos con los nombres de los gremios a los que representan. Favor con favor se paga, podrían decir Hugo Moyano y Armando Cavalieri, entre otros caciques sindicales.

La aparición de Roberto Lavagna como potencial candidato estaba escrita en la primera página del libro. Frente a una oposición fragmentada en líderes mediáticos que no consiguen encarnar en tiempos de billeteras de clase media más frondosas, el ex ministro de Economía pegó el salto que le hizo recuperar oxígeno a Raúl Alfonsín y envalentonarse a los habituales contertulios del restorán El General, una especie de sancta santorum de menemistas náufragos y duhaldistas despechados.

Lavagna se presenta, y se presentará, como la contracara del indómito santacruceño aunque, en verdad, comparte muchos aspectos de la personalidad de su ex jefe. Hierático, con raptos de soberbia, poco pluralista (vocablo de moda) a la hora de elegir interlocutores, el Pálido intenta marcar la cancha antes de que el paso del tiempo le juegue en contra. "Sin 2007 no tengo 2011", le escuchó decir un empresario rosarino.

La táctica de la confrontación permanente es lo que hace, a veces, trastabillar al presidente, que no pudo obviar el malestar que le produjo la salida mediática de Lavagna. En tropel, el ex piquetero y hoy funcionario Luis D'Elía lo alineó con el "imperio", Carlos Kunkel lo reclutó en el Opus Dei, Agustín Rossi lo vinculó con el pico inflacionario y hasta la hace poco demudada Felisa Miceli se posicionó contra su otrora guía.

Sabe Kirchner que lo que más endulzaría los oídos de Lavagna es una furibunda diatriba suya. Pero, aún, no cayó en la tentación, y mandó a que lo castigue la segunda línea. ¿Hasta cuándo preservará el atril del Salón Blanco para lanzar el ataque?

Un dato llama la atención. Casi sesenta ejecutivos de las empresas más portentosas del país fueron a la presentación del libro de su vocero, Armando Torres. Tómese el lector unos segundos y repase estas firmas que acompañaron a Lavagna: Arcor, Bagó, Massuh, Cilfa Alpargatas, Socma, Comercial del Plata, Mastellone, Coto, Bayer, Banco Río, Macro, Galicia, Andreani y múltiples etcéteras. El bravo secretario de Comercio, Guillermo Moreno, ya habrá tomado nota, dicen lenguas bífidas del kirchnerismo.

Entre los dirigentes del PJ que fichan hoy con el sureño (por temor y no por encanto) una percepción les devuelve ciertas defensas perdidas: "Lavagna no es Macri, Carrió o López Murphy. No sea cosa que nos liberemos de los grilletes K. El Lupín va a tener que abrir el juego, al menos darnos una palmadita en la espalda", relata un kirchnerista camuflado y candoroso.

El error de Kirchner y de quienes adelantan sus relojes es creer que el poder concede derechos vitalicios. Cuando la alfombra roja empieza a apunar, los ciclos se van acortando. El "pingüino" o la "pingüina" que siga en el poder luchará contra el propio almanaque y contra la fatalidad de los segundos mandatos. Ya lo dijo la lúcida Cristina: "No se la crean, el poder no dura una eternidad".

En Santa Fe, los justicialistas empiezan a rendirse ante una evidencia que en cualquier lugar del mundo parecería surrealista pero que aquí es de un costumbrismo demoledor. Solamente derrotarán a Hermes Binner si Kirchner lo quiere y lo demuestra. El Partido Socialista, créase o no, les dio una gran mano a los extraviados muchachos peronistas. "Si dejábamos que (Héctor) Polino se fuera con Kirchner, después venían por (Hermes) Binner y, al final, por (Miguel) Lifschitz", aseguró a La Capital un diputado provincial pesepista, recordando a Bertolt Brecht. Debe decirse: Polino tenía más ganas de ser secretario de Medio Ambiente que el Burrito Ortega de jugar en River. Lavagna (vía Alfonsín) está arrojando anzuelos al PS, que, a esta altura, se convirtió en el arándano que sirve para decorar el postre.

"Kirchner, Lavagna, López Murphy y Macri se quieren dar un baño de progresismo con nosotros. Si no nos blindamos, fuimos", amplía la fuente.

Por el lado del ARI santafesino, la presunción se cumplió: la bolsa de gatos se abrió. La flamante conducción busca un refugio bajo la estrella de Binner, olvidándose de Carrió y produciendo un matricidio político de consecuencias impredecibles. El concejal Carlos Comi, prudente él, evitó caer en el primer borrador de la historia e hizo pública su lealtad con la lúcida líder de la oposición.

Carlos Reutemann espera una señal de la Casa Rosada, ya un poco inquieto por "operaciones" que atribuye a un encumbrado habitante de Balcarce 50. Al humillante dibujo que le dedicó Hermenegildo Sábat en Clarín le siguió un artículo de fondo, publicado el viernes pasado en el mismo medio, donde el editor general adjunto del matutino dice, erróneamente, que la designación de Ana Berraute (a quien ridiculiza tratándola casi de ignorante) en la comisión de Agricultura "es un pago político a la sociedad de Reutemann con Kirchner por la pérdida que le significaba al ex gobernador la caída de su también aliada Alarcón".

Si alguien no tiene que ver con el Lole es la legisladora, atacada luego en cadena por el periodismo porteño, que se basó en declaraciones de la mujer cuando admitió no conocer a fondo los temas del campo. La designación de Berraute fue tomada como un gesto positivo hacia Santa Fe por Jorge Obeid y Agustín Rossi, en compensación por la expulsión de la también santafesina María del Carmen Alarcón.

"La hija de Berraute es la abogada Oberlin, a quien se vio en varias marchas de Hijos atacando a Reutemann por la tragedia de diciembre del 2001", dicen cerca del senador.

Rossi, mientras tanto, aparece en todos los medios de la Capital Federal defendiendo a capa y espada todas y cada una de las medidas de Kirchner. Debe resistir también algunas "operaciones": el miércoles, una agencia de noticias difundió que existía malestar con él en la bancada oficialista por el casi nulo diálogo entre los legisladores y el Ejecutivo. Pese a esto, en pocos días más el ex presidente del Concejo traería a Rosario al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, mostrando un signo de fortaleza.

Pese a los pronósticos de vacío informativo, la política sigue marcando la agenda, contradiciendo a la reina Beatriz de Holanda que, cuando vino al país hace pocos meses, se mostró sorprendida por la catarata de comicios: "Ja, ja, ja... Están locos, acá votan cada dos años".

Cómo sería la carcajada de quien ejerce la potestad real si se le dijera que de lo único que hablan hoy los políticos es de las elecciones que sucederán dentro de 17 meses. Esto sí que es Argentina.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
El ex ministro Roberto Lavagna.

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados