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domingo,
04 de
junio de
2006 |
Naturismo: similitud con la naturaleza
La palabra "natural" suele emplearse bastante en la actualidad dentro del ámbito de la salud y la alimentación. Pero no deja de ser un término ambiguo. Una alimentación natural es la que se adapta a nuestra naturaleza y aporta nutrientes sin perjudicar el organismo.
Una dieta sana sin tóxicos (aditivos, plaguicidas) y en la que predominen los alimentos no procesados industrialmente y exentos de contaminantes (orgánicos, provenientes de la agricultura biológica), a menudo es más cara, menos vistosa y no siempre fácil de encontrar.
Debemos tender a que la alimentación sea por lo menos un 30% cruda en el almuerzo y en la cena, con la inclusión de ensaladas, cereales integrales balanceados con algunas legumbres, y algunas pepitas (lo que se encuentra dentro de carozos como nueces, almendras avellanas, maníes y otras semillas integrales). El grano pelado es sólo almidón por eso debemos comer el brote o germen, ya que su envoltura interna aporta proteínas, vitaminas, oligoelementos y fibras.
Algunos productos básicos de una alimentación natural son:
Levadura de cerveza: es un vegetal unicelular, aporta proteínas en un 50% y vitaminas del grupo B, minerales, oligoelementos y 16 aminoácidos.
Soja: debe su fama al contenido de proteínas muy parecida a la carne, además es rica en hierro, potasio, fósforo y calcio, vitaminas B, E y K, como también de lecitina, que disminuye el colesterol en sangre.
Germen de trigo: valor proteico igual al de la carne, vitaminas B y E.
Avena: proporciona vigor y bienestar gracias a su contenido en vitaminas B1 y E, minerales (manganeso, fósforo, magnesio y hierro), proteínas, hidratos de carbono y ácidos grasos de la mejor calidad como el linanoleico. Se digiere muy bien, favorece la actividad del páncreas, reduce el colesterol, contiene avenesterol (principio que junto con la vitamina E favorece la fertilidad). Es indicada para niños, convalescientes, personas fatigadas o que hacen esfuerzos físicos y psíquicos.
Mijo: alto contenido en vitaminas B1, B2, y B9, triplica al de otros cereales, es uno de los que más hierro y magnesio aportan, por lo que es muy apropiado para regenerar el sistema nervioso y para las mujeres embarazadas o en período de lactancia. Fortalece la piel, el cabello, las uñas y los dientes.
Arroz integral: bajo en proteínas pero rico en minerales y vitaminas.
Semillas de girasol: aportan proteínas, ácidos grasos insaturados, potasio, zinc, fósforo, hierro y magnesio. Previenen el infarto y las lesiones musculares.
Semillas de sésamo: abundante aceite vegetal, calcio, ácidos grasos, lecitina y vitaminas B y E. Muy recomendable durante el embarazo o la menopausia para prevenir la osteoporosis o desmineralización de los huesos.
Semillas de calabaza: proteínas, aminoácidos esenciales, isoleucina y lisina, grasa insaturada y minerales. Se destacan por su altísimo contenido de zinc, imprescindible para el sistema inmunitario, sobre todo para defenderse de las infecciones, y para la salud del sistema reproductivo masculino. Aportan hierro, previenen la inflamación de la próstata y expulsan los gusanos intestinales.
Semillas de amapola: elevado contenido en calcio, ricas en diversos oligoelementos como el manganeso, el cobre y el zinc, por eso son útiles en las dietas de re-mineralización y recuperación.
Semillas de lino: contienen lignanos, que tienen efecto hormonal y antioxidante. Por eso ayudan a combatir ciertos tipos de cáncer, como los de colon, de mama, de próstata y de endometrio. Son ricas en los cardioprotectores ácidos grasos Omega-3 y en ácido fólico. También es destacable la fibra que aportan, pues ayuda a normalizar la mucosa intestinal y favorece la salud de la flora.
Semillas germinadas: baratas y muy nutritivas, las más usadas son soja, lentejas, alfalfa, arvejas, etcétera.
No debemos olvidarnos de las pepitas (almendras, nueces, avellanas, y maníes), que proveen de los aceites esenciales básicos, aminoácidos completos y vitaminas del grupo B.
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