Año CXXXVII Nº 49130
La Ciudad
Política
Información Gral
El Mundo
Opinión
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales
Ovación Mundial


suplementos
ediciones anteriores
Página Solidaria 31/05
Turismo 28/05
Mujer 28/05
Economía 28/05
Señales 28/05
Educación 27/05
Autos 25/05
Salud 17/05

contacto

servicios
Institucional


 domingo, 04 de junio de 2006  
Bochorno. Un análisis político tras la fiesta con stripper en el geriátrico
"Hay una idea del poder que mezcla lo público y lo privado"
Hugo Quiroga, investigador de la UNR, habla del episodio que les costó el puesto a dos funcionarios

Laura Vilche / La Capital

La fiesta pasó, y todos saben que terminó mal. Pero, ¿qué puso en evidencia la celebración con stripper incluido de la directora de un geriátrico público en la propia repartición? La Capital invitó a analizar el episodio al profesor e investigador de la Facultad de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Hugo Quiroga. "Este episodio evidencia una concepción de poder donde se confunde la esfera pública y la privada; esta señora puede hacer la fiesta que quiera, del tenor que sea, pero en su casa", dijo el autor de "La Argentina en Emergencia Permanente".

El escándalo del stripper en el geriátrico provincial salió a luz el miércoles pasado en la ciudad y todo el país, cuando este diario publicó la denuncia de varias irregularidades presentadas ante la Defensoría del Pueblo. No sólo la fiesta a la ex directora Graciela Silvero está ahora siendo investigada por la Justicia. También se están tratando de esclarecer por qué los ancianos allí internados dicen que pasan frío y no reciben un buen servicio de medicamentos y lavado de ropa. El lugar cuenta con nuevas autoridades, ya que apenas se publicó la denuncia, Silvero fue desplazada de su cargo y se le sigue un sumario administrativo a pedido del gobernador Jorge Obeid, quien luego de caracterizar al hecho como "grotesco, condenable e inaceptable", también le aceptó la renuncia al ex director provincial de la Tercera Edad, Osvaldo Ortolani.

-A alguien se le ocurrió llevar un stripper a una repartición pública porque pensó que era un lugar permeable, ¿no?

- Claro, el episodio, penoso y criticable, pone en evidencia una concepción y ejercicio de poder que está subyacente. A lo mejor la directora del geriátrico no tiene dimensión del uso que ella hizo de ese poder que en ciencia política llamamos patrimonialismo; en realidad hoy esto es neopatrimonialismo, ya que se trata de una aplicación actualizada de una concepción de poder que en verdad viene de Max Weber, pensada para el mundo pre moderno.

-¿Qué características tiene el patrimonialismo?

-Es la extensión de un poder patriarcal, que confunde las esferas públicas y privadas. Hay una apropiación privada de la cosa de todos. O sea, esta señora puede hacer las fiestas que quiera y del tenor que quiera, pero en su casa, no en un geriátrico provincial. Porque además, acá está en juego una función pública, alguien que es representante del Estado, en la dimensión que sea -en un hospital, en una escuela- y cree que la función le pertenece, forma parte de su dominio.

-¿El neopatrimonialismo desnuda un estilo de gestión de Estado?

-Absolutamente. Y el típico personaje que representa al neopatrimonialismo es el caudillo, tan imperante en América Latina y en algunas regiones de nuestro país: en Catamarca, Saadi (Ramón); en Santiago, Juárez (Carlos), en San Luis Rodríguez Saa (Adolfo). Es una concepción de poder que establece relaciones serviles y clientelares con la sociedad. El trato del caudillo con la población no es el del dirigente con el ciudadano, sino el de caudillo con el súbdito. En estos lugares muchísimas personas viven del empleo público, se trata de políticas clientelares perversas, porque crean vínculos forzosos ligados a las adversidades sociales. Y si el empleo público es el único medio de vida, el vecino se transforma en súbdito. Entonces, esta concepción en muy pequeña escala quedó demostrada en el geriátrico, aunque su directora no tiene idea de que todo esto está en juego.

-Salgamos un momento de este caso particular. En las escuelas públicas y en los Tribunales provinciales también entra sin problemas cualquier vendedor de bombachas, perfumes y hasta ollas. Y en algunas facultades públicas se interrumpen clases porque chicos de la calle entran a mendigar o vender estampitas. ¿Estamos hablando de lo mismo?

-Sí, esas son distintas manifestaciones de un espacio público degradado. Estas cosas se producen en esferas de arbitrariedad, porque si no, ¿a quién se le puede ocurrir entrar como si nada a una escuela o hacer una fiesta privada en un geriátrico? No importa si la idea fue de la directora del lugar o de una enfermera, el tema es que alguien pensó que era posible. Todos estos lugares públicos de muestran como espacios donde la ley ha desaparecido y sólo existe la norma del funcionario a cargo. Se reemplaza la dominación de la ley por la dominación personal.

-Pero frente a esa apropiación de poder hay un Estado que no controla...

-Sí, hay un déficit de control. Hay que rescatar la reacción del gobernador (Jorge Obeid) de despedir inmediatamente a los funcionarios. Porque acá hay responsabilidades en juego. Cuando se vota y se le otorga poder a alguien, se le da responsabilidad. Debería haber de parte de los ciudadanos, lo que es más difícil, y del propio Estado, un control de ese poder que el Estado a nivel superior delega a los estamentos inferiores.

-Hay ciudadanos que sostienen que es reaccionario pedir control de la cosa pública por parte del Estado.

-Y sí... muchos entienden el control, la ley y el orden como represión, pero esto tiene que ver con una característica de la sociedad argentina: la anomia, la falta de ley. El orden autoritario sí es represión, pero el orden civilizado en un mundo democrático, para que la convivencia sea amigable, es necesario. El orden democrático requiere la ley; el poder requiere la ley, porque si no, es arbitrario, loco y abusivo. Es lamentable que no cuidemos el espacio público, porque en una concepción republicana, lo importante es la primacía de lo público, donde uno se compromete con la cosa de todos, con el prójimo.

-Inmediatamente se escucha el pedido de que vuelen cabezas...

-Se pide castigo, porque si no lo hay aparece la idea de impunidad. La gente pide cosas así cuando lo que está en juego es un hecho que demuestra un rasgo de la Argentina, el del maltrato de sus viejos.


enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados