Efemérides

Un 31 de mayo

Guillermo Zinni / La Capital

1896: Nace el pianista Juan Carlos Cobián, un "aristócrata del tango".
Pianista, director y compositor, Juan Carlos Cobián nació en Pigüé, provincia de Buenos Aires, el 31 de mayo de 1896. A los 14 años se fue a vivir a Buenos Aires, donde se ganó sus primeros pesos como pianista en una cervecería alemana y en varios cines poniéndole fondo musical a las películas mudas. De allí pasó a tocar con uno de los más cotizados bandoneonistas del momento, Genaro Espósito, en un trío que completaba el violinista Ernesto Zambonini. Mujeriego empedernido, era el típico "cajetilla", y su idea de una jornada perfecta incluía a buenos amigos, buenos tangos y un par de buenos whiskys. En 1916 integró un trío con Eduardo Arolas en bandoneón y Tito Roccatagliatta en violín. Postergó por tres años la "colimba", y cuando ya no pudo eludirla más la cumplió pero en gran parte bajo arresto, lo que le inspiró luego su famoso tango "A pan y agua". Pero para entonces ya eran conocidos sus tangos iniciales: "Salomé", "El motivo", "Mano a mano" -que luego, a raíz del éxito del homónimo escrito por Gardel, Razzano y Flores, retituló "Viejo bandoneón"-, "El botija", "La catanga", "Sea breve", "El gaucho", etcétera. En 1922 trabajó con Osvaldo Fresedo, con el que estrenó su bellísimo "Mi refugio", y luego formó su propio sexteto con Pedro Maffia y Luis Petrucelli en bandoneón, Julio De Caro y Agesilao Ferrazzano en violines y Humberto Constanzo en contrabajo. Pero en 1923 dejó todo y corrió detrás de una dama hacia los EEUU. Allí tocó jazz y algún que otro tanguito con su "Argentine Band" y compuso los temas "¿Me querés?", el célebre "Nostalgias", "Los dopados" (luego retitulado "Los mareados", con letra de Enrique Cadícamo) y "La casita de mis viejos", entre muchos otros. Regresó al país en 1928 y luego dirigió una agrupación de jazz. Regresó después a los EEUU, donde permaneció hasta 1943. Se alejó de la música voluntariamente y se recluyó en su modesto departamento. Falleció el 10 de diciembre de 1953 a los 57 años de edad, pero conoció la vida como si hubiera vivido un siglo. Según algunos, no dejó cigarro sin encender, botella sin abrir ni mujer por probar. Fue al mismo tiempo un exquisito "aristócrata del tango" y el leche hervida dispuesto a saldar a trompadas cualquier palabra de más.

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