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 miércoles, 03 de mayo de 2006  
Lifschitz sintió en carne propia el fuerte reclamo por la inseguridad
Vecinos de barrio Las Heras congregados en una misa por el crimen de un comerciante hicieron oír sus quejas

Eduardo Caniglia / La Capital

El silencio y el recogimiento de los vecinos del barrio Las Heras que ayer a la tarde participaban de la misa para recordar la muerte de Carlos Fabio, el carnicero que fue baleado el 15 de abril, dio paso al reclamo de los habitantes de la barriada de mayores condiciones de seguridad cuando la ceremonia religiosa ya había finalizado. El destinatario de las demandas de los atribulados vecinos fue el intendente de la ciudad, Miguel Lifschitz. En medio de los gritos de algunas mujeres, el jefe comunal apenas pudo anunciar que hoy se reunirá con el ministro de Gobierno, Roberto Rosúa, y el viernes con el presidente de la Nación, Néstor Kirchner, para agilizar un viejo anhelo de los vecinos: la apertura de calles que atraviesan a las villas de emergencia de la zona.

En un territorio regado por la sangre, donde las muertes violentas parecen ser hechos habituales ya sean por el desenlace de peleas entre bandas de jóvenes marginados que se disputan el control de la droga o el epílogo de robos, cerca de 200 personas, a las 16.30 de ayer, se congregaron en la plaza de Esteban de Luca y Ayacucho. Frente a un pequeño santuario donde se evoca a la Virgen del Rosario de San Nicolás, los sacerdotes Osvaldo Bufarini, Raúl Parodi y Lucas Policardo concelebraron una misa para "rogar solidariamente para que el barrio cuide más la vida", según dijo el cura Bufarini, párroco de la iglesia de Fátima. Sentados en un banco de la primera fila, la esposa de Fabio y su padre se conmovieron con el saludo afectuoso de algunas mujeres. A unos pocos metros, la madre del carnicero asesinado sostenía en una de sus manos dos claveles rojos.

Un rato antes, Bufarini, que también preside Cáritas, había señalado a la pobreza como una de las causas del auge de los hechos delictivos. "En la zona de la parroquia vemos chicos marginados que no van a la escuela y que consumen droga". Para los pibes excluidos de la sociedad y sin un horizonte inmediato, el sacerdote pidió "equipos de profesionales que atiendan las distintas problemáticas, especialmente de los chicos con adicciones. Aquí es muy común escuchar y ver que los pibes se empastillan y son víctimas de la droga", dijo. Y para que no quedaran dudas de que miseria y delito tienen puntos en común, aunque esto no quiere decir que quienes cometan ilícitos no deban ser castigados, Bufarini sostuvo que "detrás de toda muerte hay una situación de marginalidad. Los chicos roban como medio de vida".

Desde el pequeño púlpito, el cura Raúl Parodi, a cargo de la parroquia María de Todas las Gracias, había implorado para que se termine "la corrupción" como una manera de alcanzar "la paz". También rogó para que no se "vuelva a matar para obtener el pequeño placer de la droga".
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La madre del carnicero asesinado lloró junto al intendente por la muerte de su hijo.

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