|
miércoles,
03 de
mayo de
2006 |
La amenaza a Irán
Hacerse el distraído es un recurso a la hora de dar la cara o responder incómodos interrogantes. Suele ser una técnica apropiada para mediocres travestidos en cultos opinólogos. Siempre encuentran sobradas razones y elegantes explicaciones ante acontecimientos puntuales y serios. No escatiman esfuerzos a la hora de sembrar de globos de ensayo o nebulosas razones. Siempre están pendientes del discurso altisonante que termina asociándolos al espanto y la tragedia. Pero es hora de ubicar las piezas, cual partida de ajedrez y saber quién jugará con negras y quién lo hará con blancas. No hay un milímetro de espacio para dudas ni tiempo para desensillar hasta que aclare. Las nuevas andanadas verborrágicas, provocativas y amenazantes cada vez demoran menos en transformarse en violencia y muerte. Que duden los tibios y los distraídos, los hipócritas y enemigos del género humano. Hoy es hora de denunciar y actuar frente a la amenaza a Irán y su pueblo por parte del señor Imperial, y evitar tener que explicarnos lo inexplicable cuando los hechos sucedan.
Héctor Marinángeli
enviar nota por e-mail
|
|
|