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 domingo, 23 de abril de 2006  
¿Qué hicimos en la dictadura?
La partipación de dirigentes del PDP en la intendencia de Rosario entre 1981 y 1983 abre un debate sobre el rol de los partidos políticos y los gobiernos de facto

Osvaldo Aguirre / La Capital

Entre las repercusiones de la pasada conmemoración del aniversario del golpe de 1976 hubo una que quizá no tuvo toda la atención que merece y que sin duda implica proyecciones hacia el futuro: la discusión que se produjo entre dirigentes y militantes del Partido Demócrata Progresista (PDP) a propósito de su participación en funciones de gobierno durante la última dictadura.

Lo que estuvo en foco, aunque fugazmente, fue la intendencia de Alberto Natale (1981-1983) y la posibilidad de una autocrítica, como hizo el Partido Demócrata de Mendoza. En su discurso de asunción como funcionario de la dictadura, Natale expuso lo que aún parece mantenerse como explicación de la aceptación de ese cargo: "Iniciamos nuestras actividades en la Municipalidad de Rosario -dijo- en momentos en que el proceso que vive la República recorre una instancia fundamental en el paulatino tránsito hacia la democracia (...) y porque pensamos que de esta manera contribuiremos a alcanzarla, estamos aquí".


Fuego cruzado
La polémica comenzó el pasado 9 de marzo, cuando el diputado provincial Gabriel Real dijo a La Capital que "Natale debería reconocer que fue un error ser parte de la dictadura". La crítica central de Real apuntaba sin embargo a la situación partidaria actual del PDP, en la cual está enfrentado con el ex diputado nacional.

"Ya que se acerca el 24 de marzo -pidió Real, no obstante- (Natale) podría empezar a reconocer que haber aceptado la intendencia de Rosario durante ese proceso nefasto fue el mayor error que cometió el PDP a lo largo de su historia política".

Dos días después, Edgardo Glavinich advirtió en una carta de lectores publicada en La Capital: "Como militantes del Partido Demócrata Progresista tenemos la necesidad, al menos la gran parte de la nueva generación de afiliados, de decir: Por favor no confundan los dichos y hechos de un grupo de dirigentes que dijo ser demócrata progresista con los principios rectores elaborados por Lisandro de la Torre".

Glavinich reivindicó principios que parecieron inéditos para la democracia progresista: antimilitarismo, derechos laborales, justicia social, entre otros. Y en el párrafo central de su carta, en alusión al período de la dictadura, pidió "perdón a toda la sociedad por la actuación de hombres y mujeres del PDP que en aquella época negra de la historia argentina abandonaron los principios para ponerse a disposición del Estado militar opresor, excluyente, ilegal e ilegítimo".

Entre las cartas que respondieron a las declaraciones de Real y Glavinich, la del ex concejal Miguel Montrasi definió la posición más nítida. En primer lugar, aunque aclaró que no tuvo actuación en esos años, se reivindicó como "integrante de la generación que participó en los años 1981-1982 en la Municipalidad de Rosario, como lo hicieron distintas fuerzas políticas".

"Esa participación consensuada por el partido en su momento se consideró beneficiosa como una transición hacia la democracia. Por ende, no existe motivo para pedir perdón, como creo no lo considera hacer ninguno de los dirigentes que actuaron en ese período", agregó Montrasi.

En efecto, no hubo ninguna autocrítica del PDP. Pero lo que no ocurrió en Santa Fe se produjo en Mendoza, donde el Partido Demócrata (PD) pidió perdón a la sociedad por la participación de dirigentes de esa fuerza en puestos de gobierno durante la dictadura, como Amadeo Frugoli, ministro de Defensa durante la guerra de Malvinas, o Bonifacio Cejuela, gobernador de la provincia también en tiempos de la presidencia de Leopoldo Galtieri.

"No hay espacios para las medias tintas: se es democrático o no. Algunos hombres afiliados a nuestro partido tuvieron participación durante la dictadura, cometieron errores y tienen que pedir disculpas o manifestarse públicamente como antidemocráticos", dijo Omar De Marchi, diputado nacional del Partido Demócrata e impulsor de la autocrítica.

Un ex dirigente demócrata, Gabriel Llano, hizo entonces una justificación del apoyo a la dictadura que recuerda las razones que invocan los demócratas progresistas: los dirigentes del PD tomaron esa decisión por influencia del líder partidario, ya fallecido, Francisco Gabrielli y porque "los brigadieres que estaban gobernando la provincia la estaban fundiendo".

El pedido de perdón se produjo el 19 de marzo, en vísperas del aniversario del golpe. Frugoli, el ex ministro de Galtieri, dijo que no tenía nada que arrepentirse. Poco después, el comité central del Partido Demócrata firmó por una unanimidad un documento en el que realiza una autocrítica por su colaboración con la dictadura e invita a los demás partidos políticos a reconocer su propia participación en esa oscura etapa de la Argentina.


Una revisión necesaria
El historiador Hugo Quiroga advirte que en el debate insinuado en el PDP "hay una discusión interna" en la que "no" quiere ni le corresponde intervenir y propone un marco de análisis más general. "Todos los partidos políticos de funcionamiento parlamentario tendrían que hacer una revisión del período 1930-1983", dice.

Según Quiroga, "ese es un período en el cual hubo un sistema político de corte pretoriano -es decir, donde la sociedad acepta que los militares pueden estar en función de gobierno- que hizo que las lealtades tanto de ciudadanos como de partidos políticos se dividieran ante el sistema democrático: allí hubo comportamientos pretorianos de la sociedad, y quedó claró en el golpe de 1976".

El autor de "El tiempo del Proceso" y otros estudios sobre la historia argentina del siglo XX destaca que "hubo una mayoría silenciosa que nada dijo y esperaba que las Fuerzas Armadas pusieran orden y estuvieran en función de gobierno, y también hubo una minoría activa de civiles que prestaron su competencia a la dictadura".

En el período 1930-1983 "los partidos políticos en su conjunto no fueron buenos escudos de la democracia, y eso se explica por ese sistema pretoriano donde las Fuerzas Armadas se convirtieron en un actor político más".

"No ubico a todos los partidos en un plano de igualdad -advierte Quiroga-, pero la necesidad de revisión les corresponde a todos. La mejor manera de comprender el autoritarismo militar es comprender las causas que le dan origen". Una sugerencia que puede iluminar aspectos todavía velados de la historia reciente.
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Natale junto a militares, en un acto durante el conflicto bélico en Malvinas.

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