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domingo,
23 de
abril de
2006 |
Primera C. El salaíto, casi adentro
Argentino goleó y quedó a un paso de la final
Mariano Bereznicki / Ovación
Fue una resonante goleada que tiene que actuar como un gran ancla para amarrar a esa anhelada ilusión de alcanzar la final por la promoción. El puerto de la Primera B está a la vista. El barco salaíto comenzó marchando en este hexagonal decisivo de la C viento en popa. Los marineros miran sólo hacia adelante bajo un cielo teñido de color esperanza. Argentino agitó ayer de lo lindo las por entonces tranquilas aguas privatizadas de Barracas Bolívar. Terminó imponiéndose con un contundente 6 a 1 en el partido de ida de estas semifinales, que al ganador le otorgará un pasaje directo para luchar por el segundo ascenso que brinda la divisional.
Muchos se sorprendieron al ver la actitud pasiva con la cual salió el albo a jugarse su pasaporte a la final. Pero la parsimonia duró apenas unos escasos minutos porque de inmediato calentaron los motores y se fueron con toda la furia sobre la valla custodiada, mal por cierto, por Paulitti.
A tal punto que en escasos tres minutos Argentino hizo latir en dos ocasiones las pobladas tribunas salaítas. La apertura llegó vía Esteban Sachetto y luego por intermedio de Sandro Sánchez, que anidó la pelota en el ángulo superior derecho con un tremendo zapatazo.
Desde afuera llegaban los cánticos y desde adentro se armaba la bailanta cuando se juntaban Sandro Sánchez y Facundo Castillón, quien decretó el tercer grito definiendo con un cañito ante el cierre del arquero visitante.
El telón del primer acto se bajó con una lluvia de elogios hacia el elenco anfitrión, que cuando se animaba, desnudaba las falencias que tenía escondidas Barracas Bolívar, sobre todo en la última línea.
El complemento fue más de lo mismo. El timón era propiedad exclusiva de Argentino, que si bien recibió un llamado de atención cuando Carlos Sánchez descontó, después volvió a enderezar su rumbo.
Y así fue que llegó el cuarto. Toda la jugaba la protagonizó el pibe Castillón, quien tiró un centro al medio del arco. Pero Javier Pérez no pudo despejar esa pelota envenenada y, en consecuencia, terminó venciendo su propia valla.
¿Qué hacía Barracas Bolívar? Poco y nada. La defensa era un fiasco. El medio estaba muy partido y encima carecía de peso ofensivo. Por eso no extrañó cuando Sandro Sánchez estiró las cifras. Y ni hablar de cuando Cristian Di Giambatista marcó un golazo para rubricar la incuestionable victoria. El sala quedó a un tris de llegar a la final porque supo de movida lo que pretendía.
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Fotos
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Puro festejo. Castillón, Ibáñez y Bringas.
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