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domingo,
23 de
abril de
2006 |
Hijos de armenios no olvidan el genocidio de su pueblo
En el encuentro de ayer se les pidió a los presentes un minuto de silencio en honor al millón y medio de víctimas
El 24 de abril de 1915 comenzó el genocidio armenio, uno de los más sangrientos de la historia perpetrado por los turcos y que se cobró la vida de un millón y medio de personas. A pesar de lo trágico que fue este hecho, al día de hoy no es reconocido por varios países del mundo. Para mantener vivo el recuerdo, los descendientes armenios que habitan en Rosario conmemoraron ayer el 91º aniversario de la masacre con un acto en el Parque de las Colectividades (Dorrego y el río), donde se halla emplazado desde el año pasado un monolito en memoria de las víctimas.
El encuentro fue presidido por el presidente del Centro Armenio de Rosario, Juan Daniel Danielian, quien manifestó en su discurso que "los descendientes no olvidamos el daño que los turcos hicieron a la humanidad y que cercenó la vida de un millón y medio de seres inocentes; y destruyó una civilización que durante casi tres mil años había prosperado en el territorio de Armenia occidental".
Estuvieron presentes miembros de la colectividad y el edil Carlos Comi, en representación del Concejo Municipal. Danielian les pidió a los presentes un minuto de silencio en honor a las víctimas de la masacre, y luego rezaron el Padre Nuestro. La colectividad armenia en Rosario está compuesta por 300 personas.
Los descendientes tratan de mantener vivo el recuerdo del genocidio para que el gobierno turco y el mundo lo reconozcan. Para Danielian, no se lo reconoce porque "Turquía está protegida por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otán) y es un destino estratégico para los países del primer mundo como Francia, España, y principalmente Estados Unidos".
Las matanzas realizadas por el imperio otomano y el Estado de Turquía comenzaron en 1890 y se extendieron hasta 1923. Pero fue el 24 de abril de 1915 cuando los turcos pusieron en práctica la idea de aniquilar sistemáticamente a los armenios, conducidos por el odio religioso y el temor a perder el control de los mercados. Es que los armenios eran independientes económicamente y defendían su fe cristiana a pesar de las presiones de la religión musulmana.
Los turcos se propusieron matar a la población armenia comenzando por los intelectuales, los referentes eclesiásticos, los políticos y revolucionarios para continuar con los niños y mujeres. Los sobrevivientes al genocidio emigraron a Siria, Líbano, Estados Unidos, Canadá, Europa y Latinoamérica, entre otros sitios.
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