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domingo,
16 de
abril de
2006 |
Lecturas
No habrá ninguno igual
Novela. Crucero de verano, de Truman Capote. Editorial Anagrama, Buenos Aires 2006, 152 páginas. $ 22. Traducción de Jaime Zulaika.
Carlos R. Morán / La Capital
Alan Schwartz, albacea literario de Truman Capote (1923-1984), cuenta en el colofón de esta edición los avatares que concluyeron en la resolución de publicar el libro, en rigor la primera novela que comenzara a escribir el muy joven Truman Streckfus Persons no bien llegara a Nueva York en 1943. Aunque prosiguió con la redacción de "Crucero de verano" hasta una década más tarde decidió dejarla de lado porque la consideró "sin sustancia".
Sin embargo, la novela rescatada no desmerece al lado de lo que ha sido la obra sustancial del gran escritor: su novela "Otras voces, otros ámbitos", su (inolvidable) relato largo "Desayuno en Tiffany's" y la tan renombrada "A sangre fría", origen del nuevo periodismo y de la no-ficción. Sin olvidar, claro está, sus "retratos" de famosos contemporáneos y sus magníficos cuentos.
La corta novela rescatada tiene como protagonista central y excluyente a la adolescente Grady McNeil, hija de millonarios próxima a cumplir 18 años que se queda sola en Nueva York en un tórrido y para ella sensual verano. Lo hace pese a la oposición de sus padres (especialmente de Lucy, su madre) porque se ha enamorado de un joven, Clyde Manzer, totalmente "inconveniente" para ella dado que además de judío es pobre y pertenece a la escasamente refinada clase popular.
La novela tiene un desarrollo lineal, con verdaderos "picos" de alta creación literaria en los que las descripciones de personajes y situaciones y los curiosos y potentes símiles que utiliza Capote, tan propios de él, están anticipando las características que iba a tener su obra futura.
El texto, que el novel escritor debe haber corregido en forma reiterada puesto que aparece tenso y pulido, se desliza sin término hacia un trágico y quizás previsible final. Resultan de antología los perfiles de Grady, Clyde y Lucy, las descripciones de las feraces y feroces calles céntricas de Nueva York y los "juegos" literarios que el autor se permitió ir deslizando a lo largo de la novela. Como por ejemplo, la vinculación que establece entre los saludos de despedida de Lucy y sus confundidos sentimientos y, en otro momento, la deslumbrante asociación que logra establecer entre las luces de neón que bañan a Grady y al resto de las personas que se encuentran en la calle y la presencia de la muerte que, en ese momento, termina focalizándose en el titular de un diario que habla de un asesinato. Para algunos críticos en la novela emergen ciertas "vulgaridades" en las asociaciones que establece Capote (por ejemplo los "sueños" de Grady; el deseo de transmitir afirmaciones que se quieren trascendentes) y no han sido pocos los que han querido ver en la joven protagonista un anticipo de la inolvidable Holly Golightly, personaje central de "Desayuno en Tiffany's". Son puntos de vista.
Lo cierto es que seduce lo impecable de una historia bien construida y mejor llevada, la "audacia" de narrar desde los deseos y la sexualidad de la joven cargada de contradicciones y sentimientos confusos, a lo que se suma algo poco común: la impensada presencia de la droga, un asunto decisorio cuando la casi comedia se vuelve definitivamente drama.
Bienvenida la decisión de recuperar esta novela que no desmerece al lado de lo sustancial de Capote, quien más allá del completo retrato que de él termina de ofrecernos en la pantalla el talentoso Philip Seymour Hoffman fue un genial e irreverente personaje de las letras norteamericanas, egocéntrico, teatral y enfermo de gloria quien dijera de sí: "Sólo hay un único Truman Capote, no hubo nadie como yo antes ni habrá nadie como yo después de mi muerte".
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Fotos
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Philip Seymour Hoffman interpretó al escritor en el filme "Capote".
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