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 domingo, 16 de abril de 2006  
Ciagate: Bush podría sufrir el mismo destino que Nixon

Laszlo Trankovits

Washington.- Sería sin dudas un caso extremo de hipocresía política: "Si hay una filtración desde dentro de mi administración, quiero saber quién es. Y si se viola el derecho, entonces sancionaré al responsable", había dicho con un tono de voz que mostraba convencimiento el presidente estadounidense, George W. Bush, sobre la revelación de la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame. Sin embargo, revelaciones recientes alimentaron las especulaciones de que el propio Bush podría ser el responsable.

En ese caso podría enfrentar lo que busca hasta ahora sólo una minoría de los demócratas en la Cámara de Representantes, por presuntos casos de escuchas ilegales: un proceso de "impeachment" (juicio político) con el objetivo de relevarlo del cargo, el mismo destino del entonces presidente Richard Nixon por el escándalo Watergate.

Sin embargo, los indicios contra Bush en el "affaire" de los servicios secretos son hasta ahora más bien escasos. Si bien el ex jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, Lewis Libby, responsabiliza a Bush -Cheney le dijo a él, Libby, que el propio Bush autorizó en 2003 la entrega de informaciones secretas sobre Irak a los medios, en primer lugar al diario The New York Times-, lo decisivo no es si el presidente filtró el informe de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) sobre las presuntas armas de destrucción masiva en Irak, para lo que tiene poder como mandatario.


¿Acto de venganza?
La pregunta explosiva es si realmente dio luz verde para revelar la identidad de Valerie Plame, la esposa del ex diplomático Joseph Wilson. El trasfondo del "affaire" es la indiscutible ira del gobierno de Bush con Wilson, quien previo a la guerra de Irak decepcionó en un delicado encargo. En lugar de hallar en 2002 en Níger pruebas de que Saddam Hussein intentó en este país comprar 500 toneladas de uranio, retornó a EEUU y subrayó que esos rumores eran infundados.

Cuando, a pesar de ello, el gobierno estadounidense habló públicamente del comercio de uranio entre Bagdad y Niamey, Wilson acusó a Bush de manipular informaciones del servicio secreto para justificar la guerra en Irak. Para vengarse de Wilson, se reveló la identidad de su mujer, según la acusación al gobierno.

Después de que Bush condenara con dureza y en repetidas oportunidades las revelaciones de servicios secretos y las calificara de "actos deshonrosos que ayudan al enemigo", la revelación de su culpabilidad o al menos de su corresponsabilidad sería algo muy embarazoso.

El fiscal especial responsable Patrick Fitzgerald sostiene, según el diario The Washington Post, que "distintas personas en la Casa Blanca" intentaron condenar con "una acción concentrada" a los críticos a la guerra en Irak.

Sin embargo, el jurista, quien es muy respetado, también dijo explícitamente que Bush no tenía nada que ver con la revelación de la identidad de Plame. Las investigaciones están dirigidas contra Cheney. A pesar de ello, los amigos de Bush en el Partido Republicano están cada vez más nerviosos, cuando faltan seis meses para las elecciones parlamentarias y en vista de la baja de la popularidad del presidente.

Los demócratas aprovecharon el momento. El senador John Kerry, el derrotado candidato presidencial en 2004, opinó con suficiencia: "Ahora sabemos que el presidente sólo tiene que ir hasta el próximo espejo en la búsqueda del responsable".

El líder de los demócratas en el Senado, Harry Reid, pidió una amplia declaración personal de Bush, pero éste guarda silencio hasta ahora.

El proceso contra Libby se llevará a cabo recién en 2007. (DPA)
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