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 domingo, 16 de abril de 2006  
Actividad física: ejercicios en el agua

Estrés, infartos, problemas articulares, circulatorios, fatiga, obesidad, entre otros trastornos, pueden tener innumerables causas, pero el sedentarismo sumado a hábitos poco saludables figuran entre las más perjudiciales. Sin actividad física, a partir de los 25 años, se pierden 300 gramos de músculo por año que se atribuyen a la disminución de actividad, a menor cantidad de testosterona y a otros factores catabólicos.

La Organización Mundial de la Salud señala que la salud no es ausencia de enfermedad, sino bienestar físico, psíquico y social. Las actividades acuáticas como la natación, la gimnasia en el agua, entre otras, proporcionan al ejercicio físico un plus significativo porque la densidad del agua (entre 600 y 800 veces mayor a la del aire) hace que los movimientos sean menos intensos, aunque más resistidos, logrando mayor tonificación muscular. Tanto los músculos como las articulaciones que participan se benefician porque en el agua logran descomprimirse (al modificarse la fuerza de gravedad el impacto del peso corporal es menor que en tierra). Además, las prácticas en un medio acuático relajan y acrecientan la energía vital.

La actividad física regular acuática resulta un aporte importante para la salud, si se la entiende como un "movimiento corporal que produzca un significativo gasto de energía por sobre las tareas cotidianas". Los ejercicios en el agua rara vez tienen contraindicaciones, son los más aconsejados por los médicos y pueden ser practicados sin restricción de edad desde bebés hasta adultos mayores. Entre otras ventajas proporcionan:

u Vigor y energía.

u Buen estado de ánimo.

u Independencia y movilidad física.

u Auto imagen positiva.

u Disminuyen los factores de riesgo.

u Reducen el tejido adiposo.

u Tonifican los músculos.

u Mejoran la circulación sanguínea.

La declaración de la Organización Mundial de la Salud, cita tres cualidades físicas como determinantes para la calidad de vida: resistencia, fuerza y flexibilidad. La primera mejora el rendimiento cardíaco, reduce la presión sanguínea, el colesterol y la grasa acumulada. La fuerza muscular permite mayor independencia, disminuye el riesgo de lesiones, fortalece músculos, ligamentos, tendones y articulaciones, y junto a la flexibilidad neutraliza la osteoporosis, mejora la postura y los movimientos y contribuye a acelerar los procesos de recuperación. Lo que se aconseja es practicar una actividad física regular y progresivamente (lo que no se hizo durante mucho tiempo no puede hacerse "de golpe" porque sólo aumenta los riesgos y la deserción en la actividad). Se debe comenzar de a poco siguiendo tres principios:

u Conducción por un profesional capacitado.

u Empezar de a poco y luego sumar más ejercicios y repeticiones.

u Mantener la continuidad evitando períodos sin actividad.

Mario Gazzola

Licenciado en educación física
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