Año CXXXVII Nº 49075
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Señales
Escenario
Economía
Mujer
Turismo


suplementos
ediciones anteriores
Salud 05/04
Turismo 02/04
Mujer 02/04
Economía 02/04
Señales 02/04
Educación 01/04
Estilo 18/03
En el aula 18/03

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 09 de abril de 2006  
Primera persona
Una memoria en construcción
La historia del Sindicato de los Petroquímicos de San Lorenzo revive en un libro. Una experiencia de democracia directa con rasgos singulares

Lisy Smiles / La Capital

Cuando los obreros de Pasa Petroquímica tomaron la fábrica y controlaron la producción durante un mes (julio de 1974), uno era militante y estudiante de Odontología. Al otro le alcanzaban los dedos de una mano para contar sus años. El tiempo pasó, y no en vano, y los unió la pasión por la historia como memoria en construcción. Se trata de Leónidas Ceruti y Mariano Resels, quienes acaban de publicar "Democracia directa y gestión obrera. El Soepu, la Intersindical San Lorenzo y la Coordinadora de Gremios 1962-1976" (Ediciones del Castillo), donde puede leerse la experiencia sindical que por entonces se desarrolló en el cordón industrial y que durante años se mantuvo "silenciada", según los autores.

Se trató de una forma de entender el gremialismo y de hacer política que se alejaba de las prácticas comunes y que pocas veces fue reconocida. La falta de justicia histórica se relaciona, según Ceruti y Resels, con esa máquina de borrar que fue la dictadura y también con cierto recelo de distintas agrupaciones políticas y sindicales que prefirieron olvidarla, quizá como una forma de ignorar el valor de la gestión obrera de mano de algo tan simple como el poder de una asamblea.

Todo comenzó cuando caía la década del 60 y un grupo de obreros, muchos de ellos ligados al por entonces Socialismo Revolucionario y al Peronismo de Base, decidió formar una lista ("la Verde") para ganar el sindicato creado en Pasa. El gremio, por entonces, operaba con absoluta anuencia de la patronal, "era un sindicato de empresa", advierten los historiadores. No eran años fáciles, había proscripción política y gremial, pero se impusieron.

Hasta que el aparato represor dio el golpe del 76, este grupo de obreros dio muestras de aptitud gremial y política (ganaron todos los conflictos encarados), esquivó los ataques provenientes de la burocracia sindical (por eso se creó la Intersindical y luego una coordinadora de gremios) y logró mantenerse al margen de la lucha armada. La democracia directa, la asamblea y el respeto a rajatabla del mandato de base fueron sus armas.


Puntos de partida
La idea del libro se gestó entre Ceruti y Resels luego que se conocieran en la Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades y Arte. No hacía mucho que había caído la dictadura y en las clases se planteaban dos preguntas: para qué y para quién contar la historia. Y coincidieron en las respuestas: "para cambiar la sociedad y para la clase obrera, agente de cambio".

-¿Cómo surge el libro?

-Mariano Resels: Nos conocimos en la facultad, coincidimos en los planteos y cuando se dio la oportunidad de pensar algo a nivel regional, surgió la idea de retomar esa memoria de los que participaron en la experiencia. Noni (Leónidas Ceruti) conocía gente; pudimos hacer las entrevistas, así tuvimos acceso a los documentos, que se incorporaron al libro. Hubo distintas etapas, fuimos investigando y armando ponencias o publicaciones que después decidimos llevar a un libro.

-Leónidas Ceruti: Es que nosotros teníamos mucho más para agregar a las ponencias, como por ejemplo los documentos y testimonios. Una cosa te lleva a la otra, por un dato empezás a tirar de un hilo que te va llevando a más información. Una vez fuimos a un programa de TV en San Lorenzo y después nos llamó mucha gente para decir que tenía cosas para contar o mostrar. Yo siempre digo que los mejores archivos están en cada casa. Siempre hay algo guardado, siempre queda un papel o una foto.

-Algo así como hacer historia de una experiencia de vida no muy lejana.

-L. C.: Claro. En lo que hicimos entra algo de lo que se llama historia oral, pero nosotros lo quisimos cruzar con los documentos, los escritos y los actos que ellos hicieron.

-¿Por eso la decisión de publicar los testimonios casi crudos y el anexo con documentos, entre los que incluyen actas de asambleas o solicitadas ?

-M. R.: Cuando llevábamos las investigaciones a algún congreso o se lo acercábamos a algún historiador, como James Petras, nos dábamos cuenta que estábamos haciendo algo arqueológico. Era importante que esos documentos se difundieran, que salieran del ámbito privado o estrictamente académico, para que no queden recluidos en los archivos. Es más honesto que todos puedan verlos.

-L. C.: Nosotros hicimos muchas entrevistas, yo empecé mi militancia con ellos. Eran obreros muy formados, mano de obra muy calificada, era una fábrica modelo, semiautomática. Analizaban por entonces el tema de contaminación o comparaban la empresa con una petroquímica de China y ni que hablar de los debates por la lucha encarada por la capacitación y rotación en el trabajo, donde la empresa trajo a intelectuales de EEUU para discutir con ellos. También la publicación es importante por el llamado "pacto de silencio o conspiración del silencio" que operó sobre la experiencia.

-¿Cómo es eso?

-L. C.: Quizá tuvo que ver con la toma y control obrero de la producción, un tema que por entonces se discutía mucho. Lo que ocurrió en Pasa es algo menos conocido que otras experiencias porque tanto los grupos políticos como los que optaron por la lucha armada no lograron influir en lo sindical, y esto más allá de que tenían militantes, pero la forma de funcionamiento de la democracia directa era un método clave. Había disputa al respecto. Una cosa es cuando un sindicato vende la fuerza de trabajo ante la patronal pero otra es cuando el asalariado está en la organización de la producción. Después de la toma, la patronal les dijo a los trabajadores: "Esta acción que hicieron ustedes es cien veces más peligrosa que una acción de Montoneros o el ERP porque demostraron que somos socialmente inútiles, ustedes produjeron la fábrica, no necesitaron del patrón".

-El hecho que desencadenó la toma fue una defensa de trabajadores que no eran del sector, un conflicto con el concesionario del comedor de la fábrica, ¿Suena más a excusa o hasta puede tomarse como infantil?

-M. R.: Suena infantil pero era una época donde había mucha efervescencia; la idea estaba latente, se discutía sobre control y gestión obrera, ese fue el desencadenante. La idea era llevar adelante un paro, pero si se hacía se iba a quedar en contra de la política nacional, del gobierno peronista, en contra de un sentimiento popular.

-L. C.: La idea fue "tomamos la fábrica, pero seguimos produciendo". Se batieron récords de producción, los sueldos se siguieron cobrando, hasta hubo camiones con lo producido que iban a fábricas de la zona que fueron custodiados por los mismos obreros. Recibieron solidaridad de todos lados, hasta del MID. Hay una anécdota que no está en el libro, porque no queríamos armar polémica, pero cuando fue la toma, Montoneros y el ERP llevaron armas y se las ofrecieron a los obreros y ellos le dijeron: "No, muchachos. Con lo que tenemos acá (por las reservas de combustibles)podríamos hacer volar de Puerto San Martín a Capitán Bermúdez".

-En realidad esa era el arma más poderosa que tenían.

-L. C.: Sí, pero lo que nosotros destacamos es la democracia directa, era una constante, todo se discutía. Otra fortaleza era la solidaridad y también que los dirigentes iban todos los días a trabajar, y a la tarde estaban en el sindicato. Ellos eran obreros, estaban en la fábrica. Después surge la Intersindical como una cuestión defensiva y va creciendo al punto tal que no hubo un solo despido mientras existió, a lo que después se sumó la coordinadora de gremios que se extendió hasta Rosario.

-¿Y cuál es la crítica que hacen a la experiencia?

-Ceruti: No haber organizado una autodefensa de los compañeros, porque hay que tener en cuenta que la mayor parte de los desaparecidos son trabajadores, como lo demuestran diversas investigaciones. El comandante guerrillero podía estar escondido, el obrero tenía que ir todos los días a trabajar, y los iban a buscar, porque era su lugar de actividad política. Gente como El Flaco Moglia, quien murió en un sospechoso accidente; Horacio Zamboni, a quien pusieron preso la misma noche que Isabelita decretó el estado de sitio, o cuando la Triple A condena a Iturraspe y le ponen una bomba en la casa; o compañeros que integraron la Intersindical como un miembro del PC, un obrero militante, Müller, al que torturan brutalmente y arrojan en la isla. Pero era una época difícil, sobre todo del 74 en adelante, la represión y las persecuciones son fuertes.

-M. R.: Igual, en el marco de la época, era muy difícil defender a los trabajadores.

-¿Y qué creen que quedó?

-M. R.: Y es difícil... después vino la dictadura, el menemismo. Cuando hacíamos el trabajo, me la pasaba viendo carpitas de obreros tras el cierre de fábricas, esto parecía una utopía total. Y ahora cuando sale el libro es otra cosa. Están las experiencias de las fábricas recuperadas; igual, los vínculos están destrozados. Hay algo, pero está muy lejos de aquello.

-L. C.: Sin embargo, fijate que los primeros cortes de ruta, como los de Cutral Co, surgieron de asambleas, de democracia directa, o acciones similares en el norte. Y eso no es casualidad porque hubo mucho exilio interno hacia el sur, y en el norte estaba la CGT Clasista. Esos trabajadores no están más, muchos son jubilados o ex trabajadores, pero la memoria está, sólo hay que reconstruirla.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Resels y Ceruti se conocieron en la facultad y allí comenzaron a pensar su libro.

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados