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 domingo, 09 de abril de 2006  
La deuda es por un pedido de quiebra contra su padre, fallecido hace unos meses
Joven venadense trasplantado quiere evitar el remate de su única vivienda
Gastón Ayestarán se fue a España, donde debe afrontar un tratamiento de por vida tras recibir un riñón

Carlos Walter Barbarich / La Capital

Venado Tuerto.- El joven venadense trasplantado de un riñón hace unos años en España, luego de estar largo tiempo en espera en la Argentina, regresó a su tierra. Gastón Ayestarán no vino para visitar a su familia sino para dar su segunda batalla y tratar de salvar la única vivienda de su madre que será rematada el 28 de abril. La mujer es el único sustento que tiene el muchacho para seguir con su tratamiento de por vida en la Madre Patria, muy lejos de la suya.

"Llegué hace unos días a Venado Tuerto cuando me enteré lo del remate", dijo el joven que hoy tiene 33 años. "Mi vieja es el único sustento que tengo para sobrevivir ya que sin el aporte económico de ella no podría costear mi estadía en España. Allá me están atendiendo en forma gratuita y a la perfección", contó Gastón.

El caso Ayestarán tuvo amplia difusión en los medios nacionales. Hace unos cinco años Gastón estaba en lista de espera para trasplantarse un riñón. No logró que la intervención se hiciera en Argentina y surgió la posibilidad de realizarla en España, más precisamente en el hospital Universitario de Canarias.

Al poco tiempo de radicarse en Tenerife le hicieron una serie de operaciones para reconstruirle las vías urinarias. Luego llegó el ansiado trasplante, el mismo que le devolvió la normalidad que había perdido en 1994. "Tomar un vaso agua es algo que no encajaba en mi vida", le había dicho a LaCapital luego del trasplante.

La posibilidad de viajar a España surgió de médicos sanlorencinos que le advirtieron sobre la rapidez con la que se hacen los trasplantes en Santa Cruz de Tenerife. La médica venadense Noemí Azcona lo alentó a que se sometiera a esa operación para recuperar su calidad de vida.

Hoy Gastón atraviesa otro grave problema y es la posibilidad cierta del remate de la vivienda de su madre ubicada en Chacabuco 558 de esta ciudad. La fecha prevista es el 28 de abril a las 10 en el Colegio de Martilleros de Venado Tuerto (Mitre 915).

Desde el momento en que Gastón fue trasplantado se radicó en España. El motivo es sencillo y lo explica. "A diferencia de nuestro país, en España puedo llevar adelante mi tratamiento de por vida ya que es totalmente gratis. Ese es el motivo por el cual estoy radicado allá. Hace pocos días que estoy en Venado y ya llevo gastada una fortuna en medicamentos que acá no me los reconocen. A eso hay que agregar la amargura que tengo por lo del remate. Es un hecho que tiene que ver con una vieja quiebra de mi padre que nada tengo que ver".

Al papá de Gastón, quien falleció hace algunos meses, le solicitaron la quiebra hace varios años y se llevó a cabo en distintas etapas. En rigor, a los Ayestarán les remataron varios bienes y sólo queda la casa ubicada en Chacabuco al 500 que es la que la Justicia dictaminó que pase a remate.


Una vida dura
Gastón había iniciado el tratamiento de hemodiálisis en marzo de 1994 y jamás lo abandonó, hasta su trasplante en 2002. Había ingresado al Centro de Tratamiento Integral del Riñón de Rosario en 1997, cuando presentaba un cuadro de osteodistrofia renal severo por hiperparatiroidismo secundario.

Además había disminuido su estatura en 25 centímetros, se encontraba hipertenso y con diez kilos de más. Luego fue derivado para confirmar el diagnóstico a través de una biopsia. Al comprobársele ese cuadro se lo intervino quirúrgicamente y se le efectúo una paratiroidectomía del 80 por ciento de la glándula.

En el transcurso de las evaluaciones presentó fractura espontánea de cuatro costillas y en el posoperatorio la fractura del cuello del fémur, por el cual se le efectuó un reemplazo de cadera en dos tiempos.

Finalmente, y luego de la calcificación del hueso, se le reemplazo definitivamente la cadera. Al parecer Gastón sufría una intoxicación alumínica que le producía la descalcificación de sus huesos, mientras seguía realizando sus sesiones de diálisis de cuatro horas tres veces por semana. "Por esta cuestión hay un juicio por mala praxis, pero esa es otra historia que no viene al caso", comentó resignado Ayestarán.
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Gastón y su madre no se resignan a perder la única propiedad que les queda.

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