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 domingo, 09 de abril de 2006  
A un año. Recorrida por Coronda a doce meses del asesinato selectivo del 14 reclusos (primera nota)
Acusan a penitenciarios de alentar la masacre en Coronda
Tres internos contaron que propiciaron la matanza para cortar una política de apertura y retomar el control interno. Dan sus nombres para que no se tomen sus dichos como rumor. Y dicen que el diálogo cambió la cárcel y la distendió

Leo Graciarena / La Capital

Un año después de la matanza de los 14 presos en los pabellones 1 y 11 de la cárcel de Coronda, un grupo de internos del principal presidio de la provincia requirió que se determine la responsabilidad del Servicio Penitenciario (SP) en la tragedia. "Nosotros pedimos a los legisladores provinciales que se forme una comisión bicameral que investigue las responsabilidades del Servicio en la matanza del 11 abril", dijeron tres internos con más de 15 años de encierro. Y su reclamo se extiende a la investigación de 93 muertes de reclusos en los últimos 10 años. "Lo que pasó el 11 de abril fue fomentado por el ala dura del Servicio para voltear la política de diálogo e imponer la mano dura. Y se les fue la mano". Los presos aseguran que no buscan una condena penal para los funcionarios del SP. "Conocemos lo que es la cárcel y no se la deseamos a nadie, pero queremos que la sociedad sepa quienes son estos señores".

"¿Ustedes son de La Capital?", le gritó un interno aferrado a la reja al equipo de trabajo de este diario que recorría la cárcel el pasado jueves. "Después vuelvan que queremos hablarles", concluyó. A los pocos minutos, en el salón de computación, en el centro de la prisión, tres internos iniciaron un diálogo que duró casi tres horas. "Sabemos a lo que nos exponemos, pero alguien lo tiene que decir porque si no va a volver a suceder", explicaron.


El cambio y sus escollos
"Vivimos en un momento inédito, que hay que conservar a cualquier precio. La gestión de este hombre (por Jorge Bortolozzi) cortó en parte con la gran corrupción que había acá adentro. Y tiene que corregir situaciones porque todavía caminan por los pasillos personal del SP que quiere boicotear este proceso e imponer la mano dura", dijeron dispuestos a respaldar con sus nombres lo que estaban por contar. Jorge Cuccia, Osmar Villalba y Norberto Avilés conocen la cárcel porque pasaron allí los últimos 15 años de su vida y son parte de los 1.147 internos que había el jueves en Coronda. Esto es 230 internos menos que el día de la matanza.

"Lo que pasó el 11 de abril fue por la interna en el SP y usaron a los pibes del pabellón 7", explicó Jorge. "La política que aplicó Rosúa es algo que a los duros no les sirve. ¿La mano duro qué producía? Encierro y nos hacía callar la boca. Pero la mano dura terminaba en mano larga. ¿Y eso qué significa? Muerte. Nosotros éramos rehenes de la situación", explicó este preso que junto a sus compañeros forman parte del staff de la revista "Coronda, ciudad interna" que realizan en la prisión.

Mucho de lo que estos presos contaron ya se escuchó parcialmente en las voces de los integrantes de la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), de varios presos que fueron trasladados a otras unidades penitenciarias o a comisarías y en la declaración de Oscar Yosviak, uno de los dos guardiacárceles tomados como rehén por los internos del pabellón 7. "Dos meses antes de la masacre del 11 de abril, verbalmente y por carta, les advertimos a las autoridades de la provincia que algo malo iba a pasar en Coronda. Que los penitenciarios duros se traían algo entre manos. Pero jamás imaginamos en ese momento tamaño desastre", explicó Norberto. Y respaldo sus dichos con las copias de al menos dos cartas, una enviada al gobernador Jorge Obeid el 25 de febrero y otra al Director del SP, Fernando Rosúa.

"Acá hubo 93 muertes en diez años y cuando te ponés a analizar las razones de cada motín llegás a la conclusión que fueron todos fomentados por el SP y sus internas. Cada interna del SP se manifiesta en un motín de los pibes. Puede haber una guerra por un par de zapatillas, como por la droga, porque se aprovechan de esas situaciones para potenciarlas y cometer un exterminio de presos", explicó Jorge.

"La idea que tienen los del ala dura del SP no es voltearlo a Bortolozzi, directamente es no dejarlo asumir", explica Osmar. "Ellos quieren terminar con el proceso del diálogo y volver a imponer la mano dura que significa más muerte y más represión", comentó.

"Ahora en la cárcel de Coronda estamos mucho mejor y eso es gracias a la política de diálogo. Hoy hay muchos talleres, se pueden llevar a cabo microemprendimientos y los pibes pueden estudiar. Pero falta. Llegar hasta acá nos costó un precio muy caro: 14 muertos", comentó uno de los detenidos. "Con la gestión de Fernando Rosúa estamos conformes. Pero no entendemos por qué no echo a los ideólogos y mentores de lo que pasó el 11 de abril. Tampoco sabemos por qué muchos siguen en Coronda, se preguntó.


Rastreo de llamadas
"Cuando sucedió la masacre, en la cárcel estaban Eduardo Leclerc, Carlos Monti, el Fantasma Romano, el alcaide Ferreyra, que son todos jefes. A su vez a Oscar Mansilla como director enseguida lo llamaron y tuvo que venir. Alguien se hizo cargo del operativo más allá de que el Osvaldo Fantasma Romano fuera el jefe del Grupo de Operaciones Especiales Penitenciarias (Goep). Y la plana mayor tiene que haber tomado el mando para solucionar el problema. ¿Ellos no vieron que hubo un alcaide que abrió las puertas para que mataran a la gente?", se preguntó uno de los presos. "¿Por qué el juez no aplica el programa Excalibur con los celulares de los que estuvieron ese día en la cárcel para saber qué rol tuvieron en la masacre? También va a servir para saber si uno de los presos del 7 no se comunicaba con uno de los jefes", dijo otro de los internos.

"Lo que pasa acá es que si no investigan al SP, a los únicos que van a condenar son a los 12 pibes que están procesados. No queremos que los jefes del SP terminen presos, queremos que la sociedad sepa quiénes son", comentó uno de los presos. "Siempre que abrimos la boca para denunciar, la misma gente de Dirección General del SP respondía, y hoy lo siguen diciendo, que nosotros hacíamos las cosas más grandes porque teníamos intereses personales. Y desde ya que tenemos intereses personales: Yo quiero seguir vivo. Quiero salir y ver a mi esposa, a mis hijos y a mis nietos", confió uno de los detenidos. "Y yo te pregunto: ¿Un político a quien le va a creer, a nosotros a los jefes penitenciarios?", agregó.

"Nosotros pedimos que se investigue porque si no la hacen ahora, estos tipos (por el ala dura del SP) van a seguir haciendo daño y van a seguir muriendo pibes. Por eso es vital que se mantenga el proceso de diálogo", explicó uno de los detenidos.

"Como podemos dormir tranquilos en la cárcel si para los ascensos están tipos como Walter Miranda, Jorge Rossini y el propio Mansilla. Los tres son altos represores. Muchos escucharon a Miranda gritar en la puerta de la unidad «acá hay que hacer un motín y voltear la intervención». Rossini, para que se den una idea de lo que son capaces, puso un espejo en el piso para que nuestras visitas mujeres se desvistieran y revisarles las partes íntimas. Eso se lo hicieron a mi vieja. Mansilla, otro represor más, y estos son los integrantes del Servicio Penitenciario que están pudriendo todo", expresó.

Hasta el momento, por lo poco que se conoce de los sumarios internos realizados por el Servicio Penitenciario, el ex director de la cárcel Oscar Mansilla fue absuelto. Inmediatamente de haber conocido el resultado de su sumario, Mansilla procuró lograr su ascenso por antigüedad, presentado en 2003, que estaba trabado ya que estaba procesado por la muerte del interno Diego Sequeira en la cárcel santafesina de Las Flores. Su eventual promoción lo habilitaría para ocupar ese puesto, que es el máximo en la carrera del SP, dado que Rossini se retira a fin de año.

En junio pasado, el director del SP, Fernando Rosúa, realizó una purga y licenció a dos jefes penitenciarios del ala dura: Carlos Evaristo González y Rubén Mataloni. "Rosúa limpió a dos, pero quedaron 15 o 30 en actividad. Ellos fomentaron el quilombo y se les fue la mano. Además a esos dos (por González y Mataloni) no los echaron, se fueron porque tenían mil años en el SP, manejando las cosas y llevando plata a sus bolsillos", dijeron los presos.

Por el lado de los guardiacárceles Oscar Yosviak y Eduardo Marchesín, ambos empleados del SP fueron tomados como rehenes por los presos del pabellón 7 y utilizados como escudo para avanzar en la matanza. Ambos fueron sumariados. Y hoy ya no están en la Unidad 1. "Los sumarios están terminados. Ahora hay que aguardar su resolución", explicó a La Capital una fuente del SP. Tanto Yosviak como Marchesín continúan con tareas diferenciadas. El primero las cumple en el edificio de la Dirección General y el restante en la cárcel de Las Flores.


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Coronda, cuando la visitó este diario.

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