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domingo,
09 de
abril de
2006 |
Opinión: La hinchada lo hizo posible
Luis Alberto Yorlano / Especial para Ovación
Ahora por lo menos corren, decían algunos de los eufóricos centralistas que en la medianoche del jueves seguían disfrutando del triunfo sobre Cerro Porteño y que arriesgaban "ya estamos en la segunda ronda". Y analizando la tabla después del agónico empate frente a Palmeiras, no hay dudas que ahí estarán. El aspecto anímico, que apuntaba Astrada, se lo regaló la gente en el clásico, puesto que desde la tribuna le bajó el aliento y el coraje de ir por más y, en esa tarde frente a Newell's, casi se le hace realidad. Y en el nuevo cuerpo técnico se dio cuenta que la hinchada de Central, cuando quiere, no es de palo. Mucho más ahora que si no se gana jugando, se gana corriendo. Esa gente volverá a meterle ganas para que la noche del 13 de abril, en el Gigante, ante Atlético Nacional de Medellín se haga inolvidable. Ese jueves santo, los colombianos tendrán que jugar mucho y correr más para frenar a este nuevo grupo entrenado para cumplir con los objetivos previstos.
Además, y es lo más importante, quedó atrás una cofradía que se intentaba perpetuar en el club a pesar de los déficit futbolístico que presentaba el equipo. Con Zof a la cabeza y secundados por fieles adeptos al sí fácil, con la sola idea de mantener su puesto de trabajo, perjudicando al club y al sentimiento canalla. Ni el presidente Pablo Scarabino volverá a decir "yo lo traje a don Angel" ni la gente pensará que lo que tenía en casa podían salvarlos. Ahora se han dado cuenta de que la parte física era deplorable y que desde los cuerpos técnicos de las inferiores se encargaban de minar los caminos de los técnicos que intentaban ordenar las cosas en el club. Fueron tan desprolijos que, sin importarles el futuro del club, especulaban en que momentos debían aparecer. Habrá que esperar que se terminen las contrataciones de jugadores señalados como ídolos por un grupo de hinchas. Y que otra vez como este jueves pasado en el Defensores del Chaco, vuelvan a ser los chicos los que marquen el camino que eligieron para defender a través del fútbol o del esfuerzo la camiseta auriazul.
Este casi seguro paso a la siguiente ronda de la Copa Libertadores no debería ser utilizado por Scarabino como elemento de triunfo. Fue la gente la que salió a defender su sentimiento en aquella tarde frente a Argentinos. Fueron los mensajes que salieron desde las tribunas castigadas, que pusieron en vereda a los directivos. Estos, desde la incapacidad para la elección del nuevo técnico y la impaciencia de la gente, generaron a través del azar una serie de encuentros que terminó con la llegada de Hernán Díaz que conocía el club y fundamentalmente a los grupos acomodaticios que en él se perpetuaban, y que no hizo más que cortar por la sano para limpiar una peligrosa patología para el club. Central está otra vez en carrera. Tal vez la más difícil de los últimos años. Seguir en la Copa, donde compite con Newell's para ver quién sigue adelante, y escapar de la promoción. La parada es difícil, pero posible porque detrás está la hinchada.
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