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domingo,
09 de
abril de
2006 |
Acuerdo entre gobierno y ganaderos
En Foco: Un armisticio en la guerra
por el precio de la carne
El presidente Néstor Kirchner y la mayoría de las cámaras que agrupan a ganaderos, frigoríficos, consignatarios de hacienda y carniceros firmaron acuerdo que pretende saldar el largo conflicto por el precio de la carne. Los distintos sectores de la cadena aceptaron el compromiso de realizar las acciones necesarias para garantizar un precio de referencia para la hacienda, la media res al gancho y, como consecuencia, valores al mostrador más accesibles para un conjunto de once cortes populares.
Como contrapartida, el gobierno aceptó suspender las polémicas restricciones a la faena de animales chicos y liberar gradualmente, en la medida que se verifiquen las rebajas pactadas, las exportaciones.
Aunque desde el comercio minorista ya se alzaron voces poniendo en duda la efectividad del acuerdo, la sola de foto de la ministra de Economía, Felisa Miceli, junto a los principales referentes de la cadena cárnica, anunciando el acuerdo, le sirvió a unos y otros para descomprimir un conflicto que parecía profundizarse más de la cuenta.
La carne es el alimento que más subió luego de la convertibilidad, a partir de un mix que incluyó las ventajas de la devaluación, el inédito repunte de la demanda externa y un incremento del consumo local como consecuencia de la recuperación económica. Todo esto sobre la base de un stock ganadero que crece lentamente por la propia herencia de la anterior crisis.
Fiel a su intención de administrar la suba de precios y salarios a un ritmo que no comprometa el plan económico, el gobierno planteó para la carne el mismo reclamo que hizo al resto de los sectores: resignar algo de rentabilidad para que el crecimiento de la actividad no impacte en el índice de precios. Así, ni los propios dirigentes pudieron garantizar los primeros acuerdos de precios, ni Economía logró domesticar los precios con las distintas medidas de castigo a las que apeló. La última, el cierre de exportaciones, amenazaba con llevarse puestos a todos y sus consecuencias comenzaban a sentirse no sólo en el ámbito económico sino también en el político. La rebelión de las rurales en el interior y el recrudecimiento de las internas dentro del gobierno pronosticaban un enrarecimiento que complicaba a unos y otros.
Así, esta semana, y tras intensas negociaciones, se llegó un acuerdo que no tiene una letra muy distinta de la que se manejó desde el inicio del conflicto. La clave, en todo caso, es que esta vez todos lo cumplan.
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