El clásico fue aburrido y una vez más empataron

Rosario.- Rosario Central y Newell's Old Boys no pudieron torcer la historia y una vez más igualaron sin goles, en un partido trabado, chato y por momentos muy aburrido jugado en el Gigante de Arroyito por la 13ª fecha del Clausura de primera división.

En el comienzo, el clásico rosarino se inclinaba a favor de Central, con Hernán Encina como figura, pero falló en los últimos metros. El propio Encina pudo abrir el marcador, a los 25', pero la pelota dio en el brazo de un defensor rojinegro y se fue al córner, mientras Horacio Elizondo juzgó que no hubo intención de jugar la pelota con la mano.

Sin embargo, también pudo llegar Newell's de contragolpe e incluso emparejó las acciones sobre el final, pero el primer tiempo se fue sin goles.

Ya en el complemento, Encina remató desviado desde afuera del área, y a los 6' respondió Belluschi, quien encontró un rebote pero el disparo le salió a las manos de Alvarez.

El partido se hizo entonces muy trabado y ninguno de los dos podía conservar el dominio del balón.

La más clara para Newell's llegó a los 19', cuando el propio Ariel Ortega se hizo cargo de ejecutar una falta que le habían cometido. La pelota se fue a centímetros del ángulo.

Pero el rojinegro la pasó mal a los 25'. Borzani llegó hasta el fondo por derecha, sacó el centro y Justo Villar salió a cortar, pero no pudo contener y la pelota quedó suelta en el área. Llegaban tres jugadores de Central pero Spolli apareció con lo justo para despejar en dos ocasiones.

Desde entonces hasta el final, los dos se regalaron el balón y las únicas emociones fueron las pelotas divididas. Zapata se ganó una injusta amonestación cuando Ramiro Fassi se dejó caer aparatosamente en su propia área, mientras que el propio Colorado hizo una de rugby: se escapaba Belluschi, que la había estirado por la izquierda del defensor para pasar por la derecha, pero Fassi se tiró encima del hombre de Newell's y lo derribó. Sólo se ganó una tarjeta amarilla.

Pudo ser un remate de Belluschi, luego se demoró Marco Ruben en una clara llegada, pero la historia se repite: una vez más, la fiesta de la ciudad se quedó sin vencedores ni vencidos.

Ninguno supo aprovechar las ventajas que ofrecía el rival.