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 domingo, 02 de abril de 2006  
Fobia social: señales de alarma

Seguramente muchas personas se habrán preguntado alguna vez por qué pasa tan malos ratos cuando tiene que enfrentarse a determinadas situaciones sociales, cómo es posible que tenga tanta ansiedad en esas situaciones y qué podría hacer para no pasarlo tan mal.

Para responder a estos interrogantes convendría diferenciar ciertas formas de ansiedad social que no constituyen problemas psicológicos, de la fobia social o trastorno de ansiedad social. Una de esas formas es la timidez, que suele aparecer en la adolescencia cuando la persona empieza a pensar en cómo la ven los demás. La timidez incluye sentimientos de inseguridad ante situaciones de interacción social, que pueden llevar a evitaciones y sensaciones de incomodidad. Sin embargo, para muchos este tipo de ansiedad social va disminuyendo con la edad.

Por otra parte, existen situaciones sociales que suelen causar cierta ansiedad a la mayoría de las personas, por ejemplo, dar una conferencia, asistir a una reunión social con desconocidos o acudir a una entrevista de trabajo. Esta ansiedad es normal y no constituye un problema, en la medida que la persona no anticipe resultados negativos ni trate de evitarlas.

¿Qué ocurre con la persona cuyas interacciones sociales constituyen un problema? La definición de fobia social dice que se trata de un miedo intenso a ser evaluado negativamente en situaciones sociales o actuaciones en público. Desde allí se desprenden los supuestos previos que suelen estar presentes en una persona fóbica social: "las personas que me rodean son inherentemente críticas"; "es extremadamente importante para mí ser valorado positivamente", y otros.

Cuando el fóbico social se enfrenta a una situación social se encienden todas las señales de alarma en su cerebro, ya que para él constituye un gran peligro, una amenaza que desencadena ansiedad. Se pondrá muy alerta y centrará toda su atención en lo que vaya a ocurrir (algo muy importante para él).

Lógicamente lo que ocurre serán pensamientos desvalorizantes ("soy un desastre", "no valgo nada"); una gran cantidad de sensaciones corporales (sudoración, temblores, enrojecimiento), y si puede abandonará la situación o intentará protegerse por medio de alguna conducta (por ejemplo, ocultar las manos para que no se note el temblor, llevar ropa gruesa o ancha que impida ver su sudoración) y focalizará aún más su atención en sí mismo y se percibirá como altamente torpe e inadecuado.

Para completar esta secuencia es común que el fóbico social continúe rumiando acerca de lo mal que lo ha hecho, y acerca de lo que los demás habrán pensado de él, reforzando aún más esos supuestos previos, y se creará un círculo vicioso que seguirá continuamente perturbándolo más y más.

¿Cómo y cuándo comenzó este círculo vicioso? Es muy común que la fobia social aparezca de una manera lenta y progresiva, en la infancia o la adolescencia, a veces como inseguridad y timidez ante los demás que no se han superado con la edad.

En otros casos, la fobia social puede aparecer de forma brusca, tras vivir una situación social muy desagradable, por ejemplo "haber quedado en blanco dando una lección". En ese momento experimentó temblor y rubor, y tuvo la sensación de haber hecho el ridículo. Esta reacción de ansiedad comienza a aparecer en otras situaciones sociales, junto al miedo a que los demás observen esas reacciones corporales (sudor, rubor), y así va quedando asociado el miedo, las sensaciones corporales de ansiedad, con eventos sociales de modo ya totalmente automático, es decir, que se da más allá del control voluntario, porque ha aprendido a etiquetar esas situaciones como peligrosas.

De allí van a ir surgiendo esos supuestos básicos a través de los cuales (como a través de lentes de colores) la persona ve e interpreta el mundo que lo rodea.

¿Cómo se resuelve la fobia social? El hecho de que una persona haya aprendido a funcionar de este modo, no significa que sea inamovible. De hecho tampoco sería adecuado que la persona elimine absolutamente la ansiedad social, ya que ella forma parte de nuestro sistema biológico de defensa y nos permite la vida en grupos. Es parte de nuestro sistema adaptativo.

Lo que produce problemas es funcionar de modo defensivo cuando no es necesario (por ejemplo, no relacionarse con personas del otro sexo y perder una fuente de disfrute como son las relaciones sentimentales, por miedo al rechazo).

Se tratará entonces de aprender a percibir a los otros seres humanos como iguales, que me pueden dar cooperación y apoyo, y a los que yo también les puedo ofrecer seguridad y protección. Recuperar sentimientos de identificación y confianza como una de las fuentes más importantes de satisfacción y autorrealización como seres humanos.

María Graciela Novoa

Psicóloga de Soltar Amarras

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