Año CXXXVII Nº 49068
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 domingo, 02 de abril de 2006  
Ellas preguntan
En casa siempre tengo que estar rindiendo cuentas de lo que hago o no, además me es imposible tomar decisiones porque no soy la que aporta el dinero. Nina.



Cuando se recibe algo de otro ya sea una frase, un consejo, algún regalo o inclusive dinero, pasa a pertenecer al destinatario. Eso no significa que se tenga libre albedrío, pero se puede decir que debe haber un margen de elección, cierta posibilidad de decisión, de lo contrario no puede catalogarse como algo que realmente ha sido recibido, que se cuente con eso.

Poseer la capacidad de realizar cierta elección no tiene que ver con un movimiento misterioso donde se resguardaría la preciosa libertad, sino con la posibilidad de pensar que quien ha oficiado como donador no es dueño absoluto, y eso obliga a producir una interpretación de lo recibido. Dicho de otra forma, existe la posibilidad de recurrir al ingenio para lograr un quiebre entre la intención del donante y la del que oficia como destinatario. Por ejemplo, si se da el caso en una pareja que sea el hombre el que lleva el dinero a la casa no tiene por qué significar que por eso la mujer no pueda tomar ninguna decisión, que permanezca supeditada a las órdenes o caprichos del otro.

Graciela Lemberger, psicoanalista

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