Guerra de Malvinas. Testimonio de un soldado del General Belgrano

"No teníamos equipamiento ni preparación"

Gustavo Monti sobrevivió al hundimiento del crucero. Pasó 36 horas en una balsa hasta ser rescatado

"Un torpedo entró por mi camarote a las 16.05, me salvé de morir ahí porque se demoraron en relevarme en mi puesto de guardia, a las 16", dijo Gustavo Monti, un conscripto del General Belgrano nacido en Rafaela. El sobreviviente del hundimiento afirmó que los soldados que iban en el buque y que conformaron la mayor parte de las víctimas no tenían equipamiento adecuado ni habían recibido preparación adecuada para el conflicto bélico.

Desde Chile, donde es docente en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Austral de ese país, Monti dijo a La Capital que "recién el 2 de abril los colimbas nos enteramos del conflicto. Los oficiales informaron que estábamos en guerra. Me pareció que estaban todos locos. No teníamos equipamiento ni preparación para pelear contra un país con una tradición naval que lo llevó a ser el amo de los mares del mundo".

Monti explicó que "en la Armada, al embarcarse, la relación con los mandos es diferente porque la jerarquía no es tan manifiesta. Había otro clima, no relajado pero si más humano. Quizás los marinos, comparados con otras fuerzas, no son menos crueles, sino cínicos. Hay menos barbarie, o más hipocresía".

-¿Cuál era la situación de los soldados?

-Teníamos miedo y no estábamos contentos, pero no nos turbaba demasiado la cuestión y casi todos los días, en el Belgrano, había simulacros de combate y de evacuación. Eso nos sirvió mucho cuando el domingo 2 de mayo nos atacaron, ya que sabíamos qué hacer.

-¿Qué pasó después del ataque?

-Con once compañeros, uno de ellos con quemaduras, sobrevivimos en una balsa 36 horas. Yo estuve a cargo en muchos turnos. Había un oficial, pero existe un código que manda que en esas situaciones, el de mayor grado y quien esté en las mejores condiciones psíquicas y físicas, debe tomar las decisiones. Había mucho oleaje y salvo el oficial y yo, todos sufrían descomposturas y vómitos; así que me tocó en algunos momentos ser responsable de la balsa. Lo peor era el frío. Las balsas están preparadas y teníamos chocolate, pero también había cosas inservibles, como pintura para repeler tiburones.

-¿Cómo terminó la odisea?

-El rescate fue angustioso. En la tarde del día siguiente vimos el primer avión de reconocimiento que sobrevolaba la zona para iniciar el salvataje. Pero la tormenta de la noche anterior había diseminado las balsas en un radio de 60 kilómetros.

Gustavo Monti sobrevivió para contarlo.