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domingo,
14 de
agosto de
2005 |
Aapresid. El sector agropecuario discutió en Rosario su nuevo rol en la generación de energía y la administración de recursos naturales clave
El cuidado de los recursos, un negocio que despunta
Preservación del medio ambiente, biocombustibles y un modelo de gestión sustentable coparon la agenda de los empresarios que hacen punta en el campo
Sandra Cicaré / La Capital
El sector agropecuario no está dispuesto a quedar a la zaga en las decisiones estratégicas de la economía argentina. Por eso, los productores nucleados en la Asociación Argentina de Siembra Directa (Aapresid), que se reunieron esta semana en Rosario en el XIII Congreso de la entidad, salieron a definir líneas de acción estratégicas a futuro y a dar cuenta de las contribuciones que se pueden hacer desde el sector.
"Agua, nitrógeno y energía son los nuevos temas de la agenda, los nuevos paradigmas de la agricultura sustentable", dijo enfáticamente el presidente de Aapresid, Jorge Romagnoli.
Estos pilares son, ni más ni menos, que tres recursos estratégicos cuyo acceso definirá las nuevas relaciones de poder en el contexto internacional y con cuya preservación pueden contribuir las prácticas agrícolas sustentables en las que se basa el sistema de siembra directa.
A los cuales necesariamente se les deberá sumar otro elemento clave como el carbono y su íntima relación con el equilibrio del medio ambiente.
Aunque a priori todos estos aspectos parezcan remitir a la biología o la física, están estrechamente vinculadas a la economía y el desarrollo de las naciones.
Hablar de nitrógeno es hablar de petróleo y pensar en su uso racional e incluso su reemplazo por otros combustibles alternativos, representa imaginar nuevas formas de utilización de la energía, un tema clave para la Argentina que hoy enfrenta un cuello de botella en este sector.
"El nitrógeno es un recurso estratégico, es petróleo", resumió Fernando García, del Instituto de la Potasa y el Fósforo (Inpofos) Cono Sur. Por eso, el nuevo paradigma (esa fue la palabra clave del Congreso de Aapresid) pasa por el uso más eficiente de este recurso, teniendo en cuenta el aumento de precio de los fertilizantes nitrogenados, de la mano de la escalada del crudo.
"Si manejamos más sabiamente el nitrógeno que estamos usando seremos más competitivos puertas adentro, bajando costos y sacando más ingresos por peso invertido, y a escala mundial, cuidando el medio ambiente", resaltó García.
Por eso, el estudio de la microbiología del suelo y las fórmulas para captar nitrógeno a través de la incorporación de carbono se transformaron en un capítulo clave del debate en la Bolsa de Comercio.
El tema no sólo se circunscribe a un beneficio agronómico y económico sino también ambiental, otro de los desafíos que los empresarios del campo empezaron a mirar "con cariño".
Por caso, Aapresid ya comenzó a certificar prácticas ambientales en siembra directa y busca avanzar en este sentido, aunque a paso lento.
La decisión es clave ya que el negocio del medio ambiente está liderando los proyectos a futuro a través de la puerta que se abre con el protocolo de Kyoto, firmado a principios de este año, que permite ganar dinero por prácticas sustentables que ayudan a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
La entidad con sede en Rosario no tiene pensado meterse directamente en el negocio pero sí "generar el ambiente para que los distintos sectores se involucren en el tema", dijo Romagnoli. La certificación en siembra directa, sumada a la producción de biodiesel, pueden convertirse, dicen, en una marca país, en una fórmula para recalificar a los granos básicos argentinos.
Por otro lado, la mirada sobre el medio ambiente le sirve a los productores como una puerta de entrada para ganar imagen frente al resto de la sociedad. "Nuestro trabajo y el aporte de la siembra directa tiene que trascender el ámbito productivo y llegar a la sociedad, a los consumidores, que en definitva son quienes eligen o no nuestros productos", aseguró el coordinador técnico de Aapresid, Santiago Lorenzatti.
Este salto fuera de la tranquera también fue la expresión del grupo de productores de la regional San Justo (Santa Fe) de Aapresid. "Hay que difundir en la sociedad urbana la importancia de los agronegocios, crear capital social y no detenernos en un sistema de labranza y en la generación de nuevos rendimientos", expresó Rodolfo Tkachuc de esa regional santafesina.
Para Gustavo Grobocopatel (Bioceres y Los Grobo), el sector agroindustrial tiene la "gran oportunidad" de expandir el éxito de su experiencia en materia de desarrollo tecnológico y empresario al resto de la sociedad. "Tenemos que liderar los procesos de aumento de competitividad hacia otras industrias y otros servicios", dijo Grobocopatel.
Agua que no has de beber
En nombre de la denominada revolución verde, que rompió la teoría malthusiana que sentenciaba un mundo con más hambre que alimentos, se encaró una producción agrícola a cualquier costo. Estos malos manejos de la tierra y el agua provocaron grandes erosiones y daños irreparables al medio ambiente.
Fue así como nacieron los movimientos ambientalistas de los años 70 que salieron a denunciar a la sociedad sobre las prácticas dañinas de la agricultura y la industria. "Nosotros, con la agricultura conservacionista y la SD, somos la respuesta viva y dinámica a estos reclamos", explicó Ivo Mello, responsable del proyecto de certificación en SD en Brasil.
Los militantes de la siembra directa ahora apuntan a la excelencia del sistema. "Debemos ser capaces de satisfacer las necesidades básicas conservando los recursos naturales", dijo el titular de la Confederación de Asociaciones Americanas para la Agricultura Sustentable (Caapas), Roberto Peiretti, que sugirió incorporar reglas tales como las del Protocolo de Kyoto, el acuerdo de Cartagena y otros tratados internacionales sobre el tema.
La advertencia no es menor. De hecho, el principal problema que hoy existe en la Argentina entre quienes adoptan el sistema de siembra directa es su correcta aplicación. "Este sistema requiere manejo y ahí es donde está el cuello de botella", advirtió el catedrático de Harvard, Otto Solbrig.
"Muchos agricultores hacen las cosas como rutina y aquí se requiere pensar, usar la cabeza, entender los procesos. No basta con la SD, hay que tener buen manejo a través de rotaciones, uso de gramíneas, manejo de rastrojos, etcétera", agregó.
De este modo, y sólo así -con la utilización integral de la técnica- se pueden cuidar los recursos estratégicos como el agua.
"La siembra directa aumenta la eficiencia del uso de agua en las plantas y esa es una manera de contribuir a usarla más eficientemente", dijo Solbrig quien apuntó que este es quizás "el problema más serio del mundo".
Por caso, apuntó que en el mundo existen 1.000 millones de personas que no tienen acceso al agua potable. Por otra parte, comentó que hay lugares como algunas ciudades de Estados Unidos donde ya existen políticas de racionamiento del agua para uso público como regar el césped o lavar los autos.
"Hoy el agua es un recurso escaso y limitante", dijo Solbrig y sólo el 3% del total de reservas que existen es dulce y apta para consumo humano.
Y en este aspecto, la agricultura compite con la población, ya que se lleva el 70% del agua consumible.
Por eso, poner el acento en un manejo sustentable de los recursos también requiere de una nueva mirada sobre la empresa agropecuaria. "Hay que considerar la incidencia de los riesgos de la actividad y plasmarlo en las relaciones contractuales", indicó el profesor de administración rural de la Universidad de Belgrano, Eduardo Martínez Ferrario. Citó como ejemplo la inclusión de la depreciación de la tierra en los contratos de arrendamiento, ya que se trata de un capital que se va consumiendo si no se reponen nutrientes.
En los hechos esto impacta directamente sobre los números de la empresa, especialmente para el dueño de la tierra. "La pérdida de materia orgánica y el menor rendimiento por no realizar rotaciones, da menos márgenes brutos a lo largo de los años", dijo Martínez Ferrario y llamó a reflexionar sobre un cambio en la ley de arrendamiento rural, cuyo origen se remonta al año 1948 y que provoca que el "80% de los contratos sean los denominados accidentales", donde en muchos casos se pierde de vista el ciclo biológico en función del cortoplacismo.
"Si soy dueño no puedo pedir el mismo precio por el arrendamiento en un campo que se hace soja y al año siguiente lo mismo por maíz, porque de ese modo el que lo alquila optará por repetir la soja y así se va perdiendo capacidad del suelo", dijo el analista. "Resignar algo en dinero permitirá ganar en tierra, que es el capital", agregó.
Recuperando energía
"El tema de la energía es uno de los grandes desafíos por delante para el sector agropecuario, porque lo que producimos finalmente son proteínas y energía y lo que tenemos que tratar es que haya más pasos de transformación aquí en el país", dijo Grobocopatel.
En esta línea se inscriben iniciativas en distintos peldaños de desarrollo como la transformación de granos en carne, poniendo el acento en la ganadería, o el biodiesel, como una forma de convertir el commoditie en combustible.
"Como agricultores quemamos combustible fósil para aplicar y producir pesticidas y fertilizantes nitrogenados, para la labranza, para sembrar, para pulverizar, para cosechar, para transportar la producción", dijo Gastón Fernández Palma, de Aapresid.
Por eso, "simplemente debemos pensar que sería bueno para nuestro medio ambiente si todo el combustible fósil utilizado se reemplazara por biocombustibles y en este círculo de vida el carbono es el centro", dijo el analista.
Iniciativas de este tipo no hacen más que empezar a darle a la agricultura un papel central en el área energética y exige una modificación en los patrones de la tradicional empresa agropecuaria.
"En este momento estamos transformando petróleo en maíz y soja, porque cultivamos con máquinas que usan ese combustible", dijo Solbrig, para quien muy pronto esto se convertirá en un insumo muy caro para la producción y ahí aparecen las alternativas como el biodiesel.
Por eso, avanzar sobre la generación de combustibles renovables como biodiesel o etanol (con gran desarrollo en Brasil y EEUU), "requiere que los productores cambien el viejo esquema de compradores de petróleo para convertirse en proveedores de energía", explicó Claudio Molina, asesor de la Secretaría de Agricultura y del Consejo Federal de Inversiones sobre el tema energético.
Sin embargo, para el especialista de Harvard el biodiesel tiene sus límites si se utiliza la soja para su producción. "Si usamos soja va a subir mucho su precio, porque competirá con la demanda para uso animal y para harinas y aceites, y el biocombustible será un producto también más caro", dijo Solbrig.
Para eso, el debate que se abrió sobre el tema en el Congreso de Aapresid dejó una consigna muy clara: sin apoyo del Estado y la aprobación de una ley que regule el tema, la transformación del grano en energía, está más lejos del fracaso que del éxito.
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Unos 2.000 asistentes participaron del XIII Congreso de Aapresid, en la Bolsa de Comercio.
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