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domingo,
07 de
agosto de
2005 |
Capoeira
La capoeira -esa extraña mezcla de danza y arte marcial que crearon los esclavos negros- es uno de los principales rasgos de la fisonomía cultural bahiana.
Existen dos versiones de esta singular y bellísima expresión coreográfica. Una, destinada al turismo internacional, cargada de espectacularidad y despliegue físico. Otra -la de mayor autenticidad- tiene que ver con la vida de la gente de todos los días.
Quien esto escribe disfrutó de las dos. La primera en el marco de un lujoso restaurante situado sobre las aguas de la bahía de Todos los Santos y la segunda en un encantador barcito de Itacaré, que también funciona como cine.
Pero en el crepúsculo, se retiran las butacas. Se instalan unas pocas mesitas donde se puede tomar una copa. Y llegan ellos, los protagonistas: del trabajo, de su casa, de la escuela. Hombres, mujeres, chicos. Negros, blancos, del color que se quiera. Atléticos al punto de despertar envidia o como usted y yo, con pancita ciudadana. Capaces de una proeza física o simplemente dispuestos a poner buena voluntad y una sonrisa, a rasguear con pereza el berimbao.
La comunión está allí. Un pueblo, en el mejor sentido que tiene la palabra.
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