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 domingo, 07 de agosto de 2005  
"Si atendemos al chico ante su primer delito será más sencillo"
Lo aseguró Sergio Druetta, titular de la Dirección Provincial de Menores en Conflicto con la Ley

"No tenemos cifras oficiales, pero estimamos que hay unos 2 mil chicos que han perpetrado su primer delito". La frase, contundente, pertenece a Sergio Druetta, titular de la Dirección Provincial de Menores en Conflicto con la Ley Penal. El dato asusta, alarma. Mucho más cuando se sabe que el gobierno carece de lugares específicos donde atender adecuadamente a esos jóvenes que, según las escasas estadísticas, reincidirán en el camino delictivo tras pasar por comisarías e institutos de detención. "Si tomamos el problema en su raíz, en el momento del primer delito, ese chico será más fácil de reincorporar al sistema", agregó Druetta.

En ese orden, el funcionario explicó que si el pibe que delinque ha dejado la escuela, el tiempo que pasó entre uno y otro hecho "es breve" y por eso -asegura- "la familia aún lo puede contener". Pero la realidad marca otra cosa: "Lamentablemente a los chicos se los recibe cuando ya tienen un historial delictivo y eso suele suceder porque se falla en la detección de la primera causa".

Con esa línea argumentativa, Druetta sostiene que "mucho es lo que queda por hacer" en materia de contención de los menores en conflicto con la ley. "Los pibes llegan (a los centros de detención) con mucho temor por el trato que se les brinda en las comisarías", y muchas veces son alojados lejos de sus casas. Eso origina otro problema, "el sentirse desplazados de su lugar de influencia".

Druetta, quien llegó al cargo con la administración de Jorge Obeid, explicó cómo está organizado en la actualidad el trabajo con los pibes. "Existen cuatro niveles de tratamiento. El primero es el de libertad asistida y se aplica cuando el joven puede ser contenido por su familia. El segundo es el centro de día, que es una institución de puertas abiertas que funciona como una escuela y a la que el joven debe asistir obligatoriamente. El tercero es el internado, que sería el hogar granja de General Lagos, donde se trabaja con el chico sobre la responsabilidad. También es un lugar de puertas abiertas. Y el cuarto es de máxima contención y puertas cerradas, que es el Irar", explicó.

En otro orden, el funcionario provincial conoce -por haber trabajado como empleado en el Irar-, que la realidad de que el menor internado no conozca a ciencia cierta cuándo quedará en libertad es contraproducente. "Deben tener mayor información sobre el estado de sus causas, deben tener más seguridad sobre su futuro porque sino se resignan, se entregan".

Para dar respuesta a la cantidad de menores que deben ser atendidos, la dirección que comanda Druetta cuenta actualmente con pocas plazas distribuidas en la provincia. Están el Centro de Alojamiento Transitorio (CAT), de gestión mixta, el Hogar Granja de General Lagos, la Residencia Juvenil de Coronda, el Instituto Santa Eufrasia (en el norte santafesino), la Casa del Adolescente de Rafaela y Nueva Vida, en Reconquista. Además, en carpeta está la construcción de otros dos lugares similares al Irar, con 100 plazas cada uno. Uno de ellos será construído en Circunvalación y Baigorria, y el otro en la capital provincial.

La constante aparición de menores en hechos delictivos llevó a Druetta y su equipo "buscarle la vuelta" al problema para prevenir. Uno de los puntos es la regionalización del tratamiento, para que el menor no sea desterrado de la zona en la que vive. También hay un proyecto de libertad asistida, a la que los menores llegarían "haciendo conducta", como suelen decir los presos en los institutos penitenciarios. Pero fundamentalmente están trabajando para que los jueces de Menores remitan información sobre las primeras causas de los menores.
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