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domingo,
07 de
agosto de
2005 |
La disyuntiva entre
lo dudoso y lo malo
¿Capitalización o reparto? ¿Cuál es el camino más conveniente para una persona que recién comienza a trabajar y debe decidir sobre dónde colocar sus ahorros previsionales?
El pasado no parece ser un buen consejero en este caso. Mucho menos si se tiene en cuenta que la decisión involucra un recorrido de treinta años para quien recién arranca en la vida laboral.
El sistema de capitalización puso todas sus fichas en títulos públicos que daban pingües beneficios en la década de los 90, pero tras el default, la pesificación y demás, las carteras quedaron desfasadas y los fondos desinflados.
Menos cierto es el futuro si las inversiones fueron hacia el mercado accionario, que tuvo singulares vaivenes en los últimos años.
"¿No es demasiado riesgo tener los ahorros nada menos que jubilatorios expuestos a tantos altibajos?", se preguntó con mucho criterio un asesor previsional.
Sin embargo, el régimen de reparto administrado por el Estado, no ofrece demasiadas respuestas. Para quien hoy comienza a trabajar existe una prestación adicional por permanencia que es del 0,85% por año de servicio. Si se realiza un cálculo sobre un sueldo de 1.000 pesos para una persona que presta 30 años de servicio terminará cobrando 425 pesos, que se conforman por los 200 pesos de prestación básica que ofrece el Estado y el porcentaje de permanencia que en ese período suman 225 pesos.
¿Entre lo dudoso y lo malo, qué camino se toma?
La realidad del sistema previsional (tanto público como privado) requiere de un urgente debate sobre un nuevo régimen.
El gobierno esbozó algún intento en este sentido y en ese momento el ministro de Economía, Roberto Lavagna, habló de una modificación a través de la cual los que aportan en el sistema de capitalización puedan volver al reparto.
Sin embargo, esto sólo es razonable en la medida que el sistema público le ofrezca a los futuros mejores condiciones de sus haberes, una posibilidad que está íntimamente emparentada con la realidad que vive el país en materia de crecimiento, producción y empleo.
La redefinición de los sistemas previsionales no es una cuestión privativa de los argentinos. En rigor, países como los de la Unión Europea hoy están repensando el tema a raíz del avanzado envejecimiento de su población y el aumento de la esperanza de vida de su gente.
Pensar en un nuevo régimen, exige pensar ineludiblemente en la construcción del país.
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