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sábado,
04 de
junio de
2005 |
De Samarkanda a las
luces de la bella París
La historia de quien en 2004 lo vio por TV y casi retirado
¡Papá! Salió de las cenizas, ¡es increíble!". Sol Estevanez recordaba, teléfono móvil en mano, el mito del "Ave Fénix" apenas diez minutos después de que su esposo, Mariano Puerta, se convirtiera en finalista de Roland Garros, cerrando un largo viaje que une Samarkanda con París, no sin escalas en Teherán o Santa Cruz de la Sierra.
Estevanez es la hija del productor televisivo Enrique Estevanez y hermana de Sebastián (el Pacheco de "Amor en custodio", la novela de Telefé con más de 20 puntos de rating que protagonizan el uruguayo Osvaldo Laport y Soledad Silveyra) era una actriz bastante conocida hasta que decidió dedicarse de lleno a apoyar a Mariano, que tras una lesión de muñeca y una suspensión por dóping estaba cerca de convertirse en cenizas tenísticas. Número 18 del mundo a principios de 2000, su ránking cayó más allá del 500, y muchos lo veían ya como un ex jugador.
Pero Puerta se propuso renacer y volver a ser un tenista. Su objetivo para este año era asegurarse un lugar entre los cien mejores del mundo, algo razonable si se piensa que empezó 2005 como 262 del ránking. Claro que no imaginaba lo que sería capaz de hacer en los seis primeros meses del año.
Hubo muchas claves, pero una de ellas fue recorrer la "clase Z" del tenis mundial, aquellos torneos que nadie quiere jugar, aquellos certámenes que están lejos y ofrecen pocos premios pero múltiples incomodidades.
Fue así que Puerta se subió a aviones en los que todo el equipaje iba apiñado en los pasillos, aviones que lo llevaron a Samarkanda, en Uzbekistán, a Teherán o a Santa Cruz de la Sierra.
"En Asia jugamos en lugares que eran de locos, con las rutas todas rotas, donde no se podía ir al baño, donde comíamos carne, puré, sandía y melón todos los días... ¡Donde lavaban la ropa de los jugadores y la colgaban toda, calzoncillos, medias, todo, en el comedor del torneo", explicó Andrés Schneiter, un ex jugador de casi nulo éxito que entrena a Puerta.
"Mariano tuvo mucha humildad para ir allí y ganar, porque otros van y tiran el primer partido para salir corriendo. Todo eso le dio mucha fuerza mental".
Fuerza mental que logró también trabajando con Daniel Durán, el psicólogo que lo atiende desde hace años. "Lo importante fue que se cayó y supo levantarse, que es exactamente lo que le sucedió en su carrera", dijo Durán, aún emocionado por el partido que acababa de vivir.
Puerta, que durante el torneo mostró su faceta de hombre reflexivo e incluso profundo, admitió, con muchísima humildad, que puede servir de ejemplo a muchos jóvenes en el país: "Puedo ser un ejemplo de lucha, soy muy terco. Si luchás y no te das por vencido, podés lograr algo". (DPA)
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