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 domingo, 24 de abril de 2005  
Mary Potenza, una pantera en Saladillo
Se hizo conocida despues de pelear con Florencia Romano, la árbitro de fútbol. Ahora espera su debut como profesional

Mary Potenza es la pionera del boxeo femenino en Rosario. A los 36 años, tiene un récord como amateur de dieciséis peleas, de las cuales ganó catorce, empató una y perdió otra. Antes de subir a los rings fue una destacada competidora internacional de taekwondo e hizo full contact. Sus condiciones son bien conocidas en el ambiente del boxeo, donde no se encuentran muchas mujeres con ganas de enfrentarla.

Potenza tiene la licencia que la habilita para combatir como boxeadora profesional. "Estoy esperando que se me dé una pelea. La posibilidad estuvo latente en varias oportunidades, pero no se concretó", dice, en el gimnasio del Rosarino Boxing Club, en el corazón de Saladillo, donde entrena.

Potenza debutó en 2001, en Villa Gobernador Gálvez. "Fue con una piba que pesaba como 60 kilos, y yo daba 52. Cuando la ví, le digo al que me entrenaba: «escuchame, ¿vos estás seguro que ésa pesa igual que yo? No importa, la peleo igual, pero no me hagas el verso». Esa chica hacía kung fu y cuando me vio, chiquita como soy, me quería arrancar la cabeza. La empecé a jabear y enseguida le rompí la nariz".

La escasez de rivales hizo que, en la mayoría de sus peleas, debiera salir de categoría. "Yo soy gallo, hasta 54 kilos. Siempre doy en el peso, 53, 53 y medio. Cuando vas a pelear afuera te encontrás con que la otra pesa 57, 58. Y por no pegar la vuelta decís «bueno, la peleo»".

La segunda pelea fue la que alcanzó mayor difusión. Tuvo lugar el 23 de febrero de 2002 en la Federación Argentina de Boxeo y en el otro rincón, de Tucumán, estuvo Florencia Romano, la árbitro de fútbol. "A mí no me conoce nadie en el ambiente del boxeo -dijo Potenza, en un reportaje previo-, pero ahora todos van a ver quién soy". Y cumplió: casi mil espectadores presenciaron el duro castigo que le propinó a su rival.

Al día siguiente Romano dirigió el partido de reserva entre Estudiantes y River y permitió cuatro cambios en un equipo, y después estuvo desaparecida varios días. "Hizo cualquiera, pobre -recuerda Mary-. Es que hay chicas que se meten en esto y no tienen noción de nada. Entrenan dos veces y las mandan a pelear. Eso es un poco por los managers, que no las saben guiar". Aquella pelea "fue un boom; donde iba me decían: «¿Qué le hiciste? La andan buscando, pobre chica»".

Potenza entrena en el Rosarino Boxing Club bajo la atenta mirada de su marido, Aldo Zimmermann. "Vengo de lunes a viernes y estoy de 17 a 20 -cuenta-. Me entreno como si tuviera que pelear dentro de una semana. Y en la parte física me preparo con Marcelo Borghi, en el gimnasio ATP".

En el boxeo, dice, no se siente tanto el machismo como en otros ámbitos de la vida cotidiana. "Yo trabajo a la mañana en fábrica de pastas La Morocha, con mi marido. Tengo que cargar y descargar cajas. Ahí sí me miran los repartidores, se sorprenden. Por ahí me dicen «deje, señora». Yo lo tomo como normal. El que se sorprende es el hombre, cuando ve a una mujer haciendo el trabajo de un hombre. Pero hoy en día no hay que sorprenderse de nada, porque la mujer abarca todas las actividades".

La presión del público es distinta cuando pelean dos mujeres. "Ustedes los hombres están ahí mirando y piensan «uy, dos mujeres, se van a agarrar de los pelos». ¿O no? Pero yo subo y es como que alrededor mío no existe nada, no hay nadie. Los nervios existen, pero los llevo por dentro. Siempre estoy muy ansiosa de pelear y eso es lo que se transmite".

Ahora Potenza siente ansiedad por debutar como profesional. "Quiero pelear a la que tenga que pelear, no tengo problemas", dice. Las posibilidades económicas se reducen para las mujeres, "porque no hay muchas y encima los promotores no le dan al boxeo femenino la difusión que merece".

En taekwondo, Potenza fue campeona mundial en Inglaterra, en 1994, y tercera en los Juegos Panamericanos de Perú, en 1998. "Hacer taekwondo me ayudó porque el boxeo es un deporte de contacto. No es lo mismo una chica que no estuvo acostumbrada a recibir un golpe a otra que viene con una actividad como la mía. El taekwondo no es solamente patada, también se golpea al rostro con los puños y las piernas. Yo venía con ese ritmo, y si sabés aplicar lo que te enseñan en el entrenamiento no vas a recibir tantos golpes". El peor golpe, dice, "puede ser un cross en la sien; en taekwondo me acuerdo de una patada que recibí de arriba hacia abajo y me hizo ver las estrellas".

En full contact, Potenza tuvo un enfrentamiento con Marcela Acuña, la Tigresa, ahora campeona mundial de boxeo. Fue en Newell´s, ante una multitud. "Ella era campeona, pesaba 58 kilos y yo di 52 y medio, 53. Venía en carrera y se imaginaba que yo le iba a sacar el título. Cambió jueces, el árbitros, por miedo. Y para mí era una pelea más. Me ganó por puntos. Quién dice que algún día no nos volvamos a encontrar".

Los boxeadores llevan apodos que en los rings se convierten en nombres de guerra. Mary Potenza tiene el suyo, aunque todavía parece restringido al ámbito familiar. "Mi suegro me decía La Pantera de Saladillo -dice, y se ríe-. Fue el que me dio el puntapié para que me iniciara en esto, me decía «tenés que hacer boxeo, les vas a ganar a todas». No me pudo ver pelear porque cuando empecé fui a un lugar donde no les gustaba que las mujeres pelearan y me fui. Obvio, si no te apoyan y querés progresar, buscás otro rumbo. Eso me demoró un poco".

Le gustan Ray Sugar Leonard y Lucia Rijker, la boxeadora holandesa que aparece en "Millon dollar baby", de Clint Eastwood, "una película bárbara". Potenza también incursionó en el periodismo, ya que participó como comentarista en el programa de radio de Aníbal Bosque. "Amo lo que hago", dice, por si hace falta alguna aclaración, y vuelve al entrenamiento.
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