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miércoles,
13 de
abril de
2005 |
Una masacre esperable. Reclusos santafesinos mataron a puñaladas a la mayoría y quemaron a dos hermanos
Asesinaron en forma selectiva a
13 presos rosarinos en Coronda
Durante 10 horas, un grupo se desplazó entre pabellones sin ser reprimido por la guardia. Escogieron a las víctimas
Carlos Roberto Morán y Javier Felcaro / La Capital
La peor tragedia carcelaria de la provincia se registró entre la noche del lunes y la madrugada de ayer en el penal de Coronda: trece reclusos murieron y otros cinco sufrieron heridas diversas, dos de los cuales están graves. La masacre no fue el resultado de una pelea multitudinaria sino de la acción de un grupo con un objetivo pautado, que se fijó blancos selectivos y asesinó a internos definidos de antemano. Todos rosarinos.
La vicegobernadora María Eugenia Bielsa y el ministro de Gobierno, Roberto Rosúa, aseguraron que los incidentes "obedecieron a un ajuste de cuentas con sus víctimas establecidas de antemano", aunque no confirmaron la versión que lo atribuyó a divisiones entre presos rosarinos y santafesinos. Luego reivindicaron la política penitenciaria dialoguista y adelantaron la posibilidad de "dividir con un muro la cárcel" (ver aparte).
Todo comenzó alrededor de las 19 del lunes, cuando los internos del pabellón 7 tomaron como rehenes a dos jóvenes guardiacárceles. Fue la culminación de una sucesión de hechos protagonizados por reclusos de Rosario y de Santa Fe que mantienen viejas disputas internas.
El domingo, a raíz de una de estas grescas, había muerto Eduardo Verón, un interno santafesino que era delegado de un pabellón. Luego hubo choques y roces hasta que, al caer la tarde del lunes, fueron tomados comos rehenes dos guardiacárceles.
Los reclusos se apoderaron del pabellón 7 y, posteriormente, de otros contiguos sin ser reprimidos. Es que las autoridades y el personal de la cárcel se mantuvieron a la expectativa procurando preservar la vida de los rehenes.
Los agresores avanzaron desde el pabellón 7 al 9 (conectados por un pasillo) abriéndose paso con un rehén, permanentemente amenazado de muerte con armas blancas. El segundo guardiacárcel fue mantenido cautivo en el primer sector.
El objetivo era el pabellón 11, adonde arribaron tras haber logrado que se plegaran a la revuelta los internos del sector 9. Pero la intención que los llevaba al pabellón 11, contiguo al 9, era distinta: allí había nueve rosarinos marcados para ser ultimados.
Las autoridades ignoran por qué en este caso no hubo enfrentamientos, ya que a siete de los reclusos asesinados se los atacó con chuzas en el patio interior del pabellón, en tanto que los cadáveres de los otros dos fueron hallados quemados en sus celdas. Por el momento se ignora si a los internos que tuvieron tan trágico final les prendieron fuego antes o después de muertos.
Los reclusos en rebeldía no habían peticionado nada en concreto, pero cuando empezaron a reclamar la presencia de las cámaras de la TV, así como una nueva política para las visitas y otras cuestiones genéricas, las autoridades comprendieron que no existía la intención de formular demandas propias de un motín sino que en los pabellones ocurría algo muy distinto.
Por eso se sospechaba que, al empezar las supuestas negociaciones, los crímenes en su mayoría ya se habrían perpetrado. La medianoche del lunes encontró a unos 600 reclusos en estado de rebeldía y a seis pabellones tomados (todos ubicados en el sector norte del penal).
En la cárcel se alojan 1.400 internos y en el pabellón 1 la muerte también se hizo presente: allí se registraron otros cuatro asesinatos. Cinco rosarinos, además, sufrieron diversas heridas, dos de ellos de gravedad.
Para el director del Servicio Penitenciario, Fernando Rosúa, se trata del peor episodio de violencia registrado en un penal de la provincia. Y reconoció que la situación los "sobrepasó". Al evaluar el choque entre rosarinos y santafesinos, sostuvo que resulta absurdo y advirtió que "cada deceso va generando una nueva escalada de violencia porque los familiares y amigos del muerto quieren venganza".
El director de la cárcel, prefecto Daniel Mansilla, admitió que el hecho "puede generar revanchas" entre los internos, quienes permanecieron en sus celdas mientras se tomaban diversas medidas preventivas y se iniciaba el sumario correspondiente. Jorge Patrizi, juez de Instrucción de Santa Fe, deberá determinar quiénes fueron los responsables de los asesinatos.
Mansilla desestimó la existencia de zonas liberadas y su segundo, Carlos Monti, confirmó que en la requisa que se realizó tras la revuelta se encontraron unas veinte chuzas.
"Evaluaremos la situación y gestionaremos los traslados necesarios. Hay detenidos que terminan siendo familiares de los muertos y esto puede provocar un espíritu de revancha. También debemos detectar a aquellos líderes que consideremos negativos", precisó Mansilla.
A Lilian Echegoy, de la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), le llamó la atención "la inacción, una aparente resolución de dejar hacer" de sectores del Servicio Penitenciario. "Los que atacaban pasaron entre pabellones que debían estar cerrados con candado pero estaban abiertos y sin los guardias en cada acceso", señaló. La dirigente no descartó que detrás de estos hechos exista "una interna política" entre dialoguistas, sector identificado con la actual gestión del SP, y quienes alientan la aplicación de mano dura en los penales.
Tras reunirse con las autoridades, los miembros de la CTC expresaron sus dudas sobre las causas de los hechos. "Según la versión oficial, (los agresores) entraron a la guardia a través de unos barrotes previamente limados. ¿Cómo se pueden limar barrotes de un lugar donde siempre hay guardia? De nuestra experiencia podemos decir que, generalmente, los rehenes son tomados cuando los guardiacárceles ingresan en el penal, nunca en la guardia", plantearon.
Asimismo, hicieron hincapié en que "los hechos descriptos por la versión oficial hablan de una plan previo y una preparación del accionar, una situación sin precedentes".
"Si el plan existió, ¿cómo es posible que en el ámbito de una unidad carcelaria el Servicio Penitenciario no conociera estas circunstancias?", subrayaron desde la Coordinadora.
Al evaluar los detonantes de la tragedia, la CTC siguió interrogando: "¿Por qué hubo víctimas de un solo sector? ¿Cómo es que avanzaron celda por celda sin la reacción del otro supuesto grupo en conflicto?".
"Si el choque es entre el norte y el sur, y según la versión oficial se habría desencadenado en la muerte de Verón, de origen santafesino, ¿cómo se explica que éste era delegado del pabellón 12, en donde la mayoría son rosarinos", agregaron.
"También llama la atención que no existiera un petitorio ni reclamos de traslados", continuaron, para luego destacar que, "sin perjuicio de que sólo se posee públicamente la versión oficial, esperamos poder reunirnos con los voceros de los pabellones para conocer la de los internos".
Por su parte, decenas de familiares, en su mayoría rosarinos, se concentraron frente a la cárcel para exigir más información acerca de lo ocurrido. En ese marco, algunos no dudaron en hablar de "una cacería".
Sin embargo, José Luis Benaglia, subsecretario de Justicia, desestimó la posibilidad de que hubiera "algo más" y destacó que en todo momento se buscó preservar la vida de los rehenes.
La Legislatura también se hizo eco: la diputada provincial del ARI Alicia Gutiérrez recordó la última visita al penal realizada por la comisión de Derechos y Garantías, que ella integra. "Los delegados nos habían manifestado su temor por un nuevo y cruento motín. Esto es la crónica de una muerte anunciada", concluyó.
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Fotos
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Pertenencias de las víctimas en un pasillo del presidio.
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