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miércoles,
13 de
abril de
2005 |
Una muralla para dividir la prisión
La vicegobernadora María Eugenia Bielsa y el ministro de Gobierno, Roberto Rosúa, aseguraron ayer que los incidentes en el penal de Coronda "obedecieron a un ajuste de cuentas con sus víctimas establecidas de antemano", aunque no confirmaron la versión que lo atribuyó a divisiones entre presos rosarinos y santafesinos.
Rosúa también reivindicó la política penitenciaria dialoguista y adelantó la "posibilidad de dividir con un muro" la cárcel para que en lugar de un penal funcionen dos y se facilite el control.
Desde Rosario, los funcionarios afirmaron que los incidentes habían sido superados en su aspecto más crítico pero con un "resultado trágico y doloroso". No obstante, Rosúa destacó que "no hubo ni un sólo muerto por acción represiva" y que "fue un verdadero ajuste de cuentas entre diferentes sectores de la cárcel".
Bielsa explicó que se optó por convocar a la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), a la Secretaría de Derechos Humanos y a la Justicia con la intención de "no apartarse" del camino dialoguista elegido para la política penitenciaria. "Decidimos negociar con expertos en disuasión para evitar situaciones más traumáticas", dijo.
Fue la propia Bielsa quien le restó peso a la hipótesis que atribuye el origen de la matanza a un enfrentamiento crónico entre presos rosarinos y santafesinos.
"No está clara la vinculación con la muerte de (un interno asesinado el domingo, de apellido) Verón. Tampoco que haya sido un enfrentamiento entre rosarinos y santafesinos. Sí que fue un ajuste de cuentas con objetivos determinados de antemano. Tenían los nombres de aquellos a quienes quisieron matar", detalló.
Rosúa explicó que "los amotinados que tomaron a los guardiacárceles como rehenes y los llevaron como escudos humanos buscaban hombres específicos". Y precisó: "Llegaban a una celda de dos y mataban a uno solo. Fue selectivo".
Los funcionarios no ratificaron pero tampoco descartaron las diferentes hipótesis. Sin embargo, indicaron que se determinó la "separación tajante de los grupos que iniciaron esto", en principio, entre rosarinos y santafesinos.
Rosúa abundó sobre la actual política penitenciaria, en la que "el hombre que perdió la libertad no puede ser objeto de ninguna acción que viole su dignidad". Luego reconoció que el penal "no es lo ideal" por ser demasiado grande y recordó que las cárceles en construcción o proyectadas albergarán a entre 100 y 500 personas.
Entonces esbozó la posibilidad de construir un muro que la cárcel entre norte y sur. "Una pared que impida la conexión física entre dos penales a crearse, cada uno con su área administrativa y su enfermería, todo separado, para que se pueda controlar mejor".
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