 | sábado, 12 de marzo de 2005 | Intrigas políticas Habría que vivir en el mundo de las distracciones para no percibir los aires de las intrigas políticas que se agitan en nuestro país, con mayor predominio en provincias que marcan tiempos y circunstancias a nivel nacional. Un amplio sector de nuestra dirigencia política, aferrada a sus más "sentidos ideales", pendula buscando el peldaño, sea del color que fuere, que le permita subsistir con la indiferencia y la hipocresía que la caracteriza. Las dispersiones partidarias son inocultables y el resquebrajamiento de algunas fidelidades impulsa a reagrupamientos en un clima de marcadas vacilaciones. Los más sagaces apelan a artilugios que si bien son resabios del pasado encuentran sensibilidades prebendarias y obsecuencia de fuerte arraigo en los vaivenes del juego político. Todo hace suponer que lo que algunos referentes propugnan es tamizar las oscilaciones para llegar a mediciones más o menos aproximadas. El nuestro es, por idiosincrasia, un pueblo complaciente; muchos somos los que no recordamos lo que sucedió ayer y ese olvido se va haciendo letal a nuestra evolución, es en rigor una fragilidad memoriosa plasmada en la resignación por las falacias y deshonestidad de nuestros gobiernos. De cualquier manera, estas intrigas políticas que se gestan por el hábito de una vida rumbosa e intentos regresivos de poder ha existido siempre, negociándose voluntades y dignidad al precio de la vergüenza. Resulta impredecible vaticinar hacia dónde apuntan también estas componendas pergeñadas en el submundo de la política, lo que sí es seguro es que se privilegian posicionamientos funcionales a presente y futuro. El bienestar de la población, si el estado del tiempo lo permite, vendrá después de lo poco que le vaya quedando al país.
Mario Torrisi enviar nota por e-mail | | |