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 sábado, 27 de noviembre de 2004  
Fútbol: El run run obseno
Hinchas que piden, jugadores hinchas y una definición "enrarecida" del Apertura

Walter Vargas / Telám

Consolidada como un manjar de fin de temporada, incorporada a la agenda con naturalidad, casi con un guiño cómplice, susceptible de mover más a risa que a escándalo, la posibilidad de que algunos equipos consientan perder deliberadamente para perjudicar a terceros que repelen no sólo está latente sino ya sazonada y puesta a fuego lento.

Dislate noventista, carnaval de la inmoralidad, alegre fluir de aguas servidas, o como se le llame, el desenlace del torneo Apertura se insinúa prisionero de bajezas que de por sí serían censurables en tertulias de café pero que fomentadas por "comunicadores" y protagonistas cobran visos de sorprendente obscenidad.

La posición del hincha, o de cierto tipos de hinchas, está íntimamente ligada a la célebre premisa maquiavélica de que el fin justifica los medios, aunque cabría reponer que cierto revolucionario bolchevique supo aportar una interesante vuelta de tuerca y postuló que sí, que el fin justifica los medios, pero siempre que esté justificado el fin.

De tal suerte, los hinchas que invitan a consumar la venalidad de que su equipo se deje ganar para provocar el perjuicio de primos o vecinos, deberían confrontarse con un interrogante de estricto cuño ético: ¿incitando a cometer una ruindad no devengo yo mismo en ruin e incluso en más ruin que mis propios enemigos?

Se dirá, no sin sensatez, que es altamente improbable que los hinchas de marras se sometan a tan severo examen de conciencia, admitido lo cual se deducen un par de observaciones: primero, que por insular que se pretenda el fútbol no está exento de reglas de oro de honestidad y de nobleza; su propia naturaleza deportiva las reclama, y las reclama de modo irreductible.

Y después, que en el peor de los casos el futbolista no necesariamente debe subordinarse a los tornadizos humores tribuneros, o más bien nunca, si de lo que se trata es de faltar a sus indelegables deberes de probidad.

Sin embargo, según se ve, campea un peligroso malentendido: la intensidad con que la devoción futbolera impregna el campo social, y en algún sentido lo determina, precipita que por despiste o abierta ligereza actores diversos se desentiendan de toda asimetría y se asimilen al run run indecente.

Vale, pues, revisar los últimos eslabones de la cadena:

Un conductor radial, en su eterno tono de adolescente canchero, propone que el domingo próximo la familia de Boca "sea de Newell's", y el mediocampista Diego Cagna responde con una broma, si es que lo fue, de dudoso gusto: "El domingo jugamos con la novena".

Un entrevistador televisivo, el de las preguntas animales, aboga porque llegado el caso Rosario Central le facilite los puntos a Estudiantes de La Plata: "Los goles los metemos nosotros, con las manos", advierte, sin ponerse colorado.

Y el juvenil número 9 de Central, Emanuel Villa, da por descontado que sí, que cómo no, que no trepidaría en ir a menos, e invita a sacarse "la careta", y aunque después retrocede, y contempla que pudo haberse equivocado, el daño se consuma, y sin instancias de retorno.

Pensémoslo de la siguiente manera: si finalmente se presenta el escenario imaginado por Villa, y da el máximo de sí, y se entrega sin desmayos, pero malogra un par de oportunidades claras frente al arco de Estudiantes, ¿no sería francamente difícil creer en su buena fe?

Así planteados las campantes desvergüenzas, queda hacer votos porque la definición del torneo achique los márgenes para soluciones oscuras, o propicie respuestas de una dignidad de momento improbable y remota: los vientos suspicaces ya dejaron su sello, han hecho sus destrozos, y van por más.

Y eso, porque como bien apunta Roberto Perfumo, "cuando el futbolista recibe esa extorsión del hincha queda paralizado y se le degenera la relación con su laburo".

Más no todo está perdido, Angel Tulio Zof llama las cosas por su nombre y alza una voz de indispensable decoro: "Si Central le sirve el campeonato a Newell's nadie va a morirse por eso. Yo no tengo cara para decirle a un jugador que la patee afuera".
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La actitud que tomará Boca está en observación.

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