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 sábado, 27 de noviembre de 2004  
El cazador oculto: El incorrecto uso de la lengua

Ricardo Luque / La Capital

Tanto se habló en los últimos días del buen uso del español que ya cansa. No se puede decir esto o aquello que hay alguien que salta y dice que lo que se dijo esta mal dicho, o peor, está bien dicho, pero a uno le sienta peor que una pataleta en el hígado. Porque, por mucho que uno se esfuerce, hay palabras que, aunque no están en el diccionario, son tan elocuentes que terminan siendo insustituibles. Por ejemplo, qué palabra describe mejor el ambiente de la fiesta de lanzamiento de la señal VH1 en Willie Dixon. Cool. Claro. Ninguna otra palabra alcanza para recrear esa rara combinación de atmósfera relajada, música de Kevin Johansen y modelos de diseño que dominó la velada. Y eso que entre los invitados estaba Marcelo Foyatier, un dinosaurio de camisa celeste, vaqueros ajustados y mocasines con suela de goma que ya había pasado de moda cuando gastaba las pistas de Rojo 7000. A su lado Marcelo Mogueta, que con sus largos, delgados y escasísimos pelos caídos sobre la frente es un calco de Golum, parecía en hora, y hay que decirlo, sus remeras heavy-metal negras atrasan. Hasta ella, la bella Nora Nicotera que, a pesar de estar empeñada en agotar las existencias de spray de Ronga para mantener a raya sus rizos rebeldes, lucía canchera, que no es lo mismo que cool, pero vaya y pase. Se refugió en un rincón apartado y oscuro junto a una morocha de ojos rasgados y formas voluptuosas que, con sus mohínes de gatita de angora, tuvo a mal traer al bueno de Pablo Procopio. Cómo será que el movilero estrella de Radio Dos se quitó esas gafas que le dan ese look tan british que vuelve locas a la legión de fans que los sigue a sol y a sombra. "Parece Harry Potter", murmuró entre dientes José Luis Cavazza al ver los ojos encandilados con que Ludmila, su cándida y encantadora hija menor, miraba al principito. Su expresión de ogro de cuento infantil no tenía nada de cool. Tampoco la corbata de uniforme de colegio secundario que Leandro Feely exhibió como si fuera un tesoro egipcio y la verdad es que no era nada del otro mundo. La que sí parecía haber bajado de un plato volador era Fernanda Mainelli, que con calzas negras y falda acampanada rosa pálido parecía la Barbarella de Jane Fonda. No, mejor, un velador de la Bauhaus.
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