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 sábado, 27 de noviembre de 2004  
El Cairo reabrió sus puertas y la gente volvió a colmar las mesas del mítico bar
La esquina de Sarmiento y Santa Fe fue un hervidero

Apenas abrió sus puertas comenzó la avalancha incesante de gente. La apertura del bar El Cairo superó las expectativas de sus propios dueños y transformó por completo la tradicional esquina de Sarmiento y Santa Fe. Hacia allí llegaron bohemios, bancarios, señoras muy arregladas, jóvenes, históricos del bar y hasta sesionó la mítica mesa de los galanes. "Vino gente desde Buenos Aires y hasta por momentos nos sentimos desbordados", confesó uno de sus dueños, Eduardo Rubin. A su alrededor, los 8 mozos del local no pararon de despachar pedidos.

La mañana fue un hervidero de curiosos ávidos por conocer el remozado bar. La concurrencia fue tan masiva, que hasta debieron apostar una persona en la puerta para contener a la gente.

"Esto se llenó apenas abrimos y no se detuvo el recambio en las mesas, fue una emoción muy grande", confesó Rubin. A su lado, otro de los propietarios, Mario D'Agostino, resumió su satisfacción con una frase: "Cumplí mi sueño". Ambos quieren convertir el lugar en un sitio turístico. También agradeció especialmente a los dueños del local, María José Mattievich y su padre José, ya que sin su apoyo "nada de esto hubiera sido posible", remarcó.

La mañana tuvo la participación de dos programas radiales que transmitieron en vivo desde el lugar y al mediodía desembarcó la mesa de los galanes, un grupo de bohemios, artistas e intelectuales que hicieron de El Cairo su histórico centro de reunión.

En un mesa ubicada en el centro del bar se sentaron Chelo Molina, Rodolfo Perassi, Raúl Santángelo, Pedro Jáuregui, Cari Portesio, Guillermo Jaraj, Pitu Fernández y Ricardo Centurión.

Todos coincidieron en elogiar las reformas que se aplicaron sobre las ruinas del antiguo bar. "Espero que se convierta en un lugar de referencia de la ciudad", auguró Pitu. Pero la conversación también se sumergió en la nostalgia del pasado. "Antes, cuando te caía polvillo en la mesa, era porque alguna rata caminaba por el techo del cielorraso, y hasta se movía el piso cuando pasaba un colectivo", comentó Perassi, el único de la mesa que por entonces se animaba a tomar el vino tinto de la casa.

Jaraj marcó las diferencias del Rosario de 1980 con el de 2004. "Ser peronista, radical o socialista involucraba una fuerte discusión de ideas, hoy los tiempos han cambiado", afirmó. Todos coincidieron en que las comparaciones resultan odiosas y polemizaron con clásicos temas como el fútbol y las mujeres.

En el resto de las mesas los nuevos parroquianos se interesaron por los menúes inauguración de 7, 10 y 12 pesos. Además, la carta contiene sandwichs, tablas de picadas, ensaladas, pastas y pizzas. Y para los que quieren tomarse un café, el valor es de 1,50.

Marta volvió a la tradicional esquina de Santa Fe y Sarmiento después de décadas. "Es otra cosa totalmente distinta, porque el país y la ciudad cambiaron y hasta nosotros venimos a un mismo lugar pero siendo distintos a los de antes", comentó al tiempo que destacó las bondades del nuevo edificio. En cambio, Juan -un joven de unos 30 años- dijo que le gustó "lo copado" de la arquitectura del bar. Al lado, dos señoras muy coquetas disfrutaron de un té con triples de miga. Una de ellas se sorprendió con la pantalla gigante de La Capital on line que hay en una de sus paredes. Los 8 mozos no tuvieron respiro ni siquiera durante un instante. Todas sus mesas estuvieron ocupadas.
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Los 8 mozos del local no pararon de despachar pedidos.

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