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 lunes, 04 de octubre de 2004

Un hijo difícil de reconocer

Alicia Travagliante dejaba sobre su cama una remera recién planchada para su hija cuando vio a su hijo Tulio en el ingreso a la habitación. Con los dientes apretados, al adolescente estiró su mano y le disparó. El arma tenía silenciador, por lo cual ella sólo escuchó como un soplido. Sin entender lo que sucedía, se miró el pecho y notó que sangraba.

Fue un segundo. "Era un loco, no era él. Cuando dejo la remera sobre la cama, siento gritar a la abuela, giro la cabeza y entra Tulio, extiende el brazo de un lado hacia el otro y en un momento dispara", contó a la Justicia.

Alicia no atravesaba por una buena etapa con su marido, quien se manifestaba molesto por un faltante de dinero que había en un placar. El marido solía tener reacciones violentas y, según ella, Tulio era el más sensible a esos problemas.

Luego de recibir el disparo la mujer corrió. Cuando pasó por el living vio a su hijo menor, Germán, "tirado en el suelo como dormido". A su marido no lo vio. La mujer huyó por los fondos de su casa porque creía que su hijo Tulio la perseguía con el arma para matarla. Se escondió en un baldío dos o tres minutos hasta que pidió ayuda a un matrimonio vecino. Después la llevaron al dispensario y allí se enteró de que su hijo había matado a su marido y a su hijo menor. Entonces se dio cuenta de por qué su esposo no la había podido ayudar en esa pesadilla.

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