| sábado, 18 de septiembre de 2004 | ¿Cuál es el chiste? Resulta imposible no encontrarse con La Capital cada día, podríamos decir que una ojeada es inevitable aunque más no sea al paso, en un bar o donde dé lugar. Claro que enterarse no significa acordar, pero eso es arena de otro costal. Es más, hemos sido parte de ese variado e infinito mundo de noticias, muy a pesar nuestro, pero, hemos sido. No nos cabe reproche alguno por el tratamiento recibido, siempre respetuoso, por cierto. Además, es lo único que anhelamos. Ahora bien, fuimos objeto de una broma el día 9 de julio de 2004 y no podemos reírnos con ustedes. Lo lamentamos, nos faltará humor o tal vez talento para encontrar la humorada en cuestión. A propósito de un informe efectuado por el mismo diario donde se manifiesta que el lugar que habitamos es lo más parecido a una cueva (no con esos términos, pero fue denunciado por nosotros), se nos presenta como gruñones que maltratamos al público diciendo textualmente: "Que el Iapos parece una cueva no es novedad... el tema es que algunos empleados se mimetizan con el ambiente". El texto lo firman Esteban & Pirin. Es probable que una buena cantidad de lectores del diario no tengan hoy presente las razones que nos llevaron a realizar medidas de protesta. No pretendemos aburrir explicando nuestra postura filosófica ante los hechos pero sí nos interesa dejar claro que reclamamos más personal manifestando en todo momento que la atención al público es pésima y que considerábamos que algo debíamos hacer como para no transformarnos en cómplices. Hemos hecho un sinceramiento público admitiendo no saber cómo continuar porque el horizonte nos permitía divisar dos callejones que, en primera instancia, no ofrecen salida: o nos resignamos a la locura (no hacemos más nada) o protestamos sin poder escapar de la anarquía que proponen los paros (único método que ha logrado conmover mínimamente a quienes gobiernan). La indiferencia del poder termina decidiendo nuestra conducta que, cuando ha sido utilizar el derecho de huelga, debemos decir, tuvo como característica el mantener siempre guardias mínimas permaneciendo en la puerta del Instituto de manera de ofrecer una respuesta a quienes presenten una inquietud o problema. Sabemos que el humor es una buena medicina y muy a menudo recurrimos a aquello de reírnos de nosotros mismos, es más, Esteban y Pirin nos parecen inteligentes y divertidos, pero pensamos que un chiste que pone de manifiesto nuestra supuesta insensibilidad, nos parece, no hace más que desnudar la de ellos, a quienes, por cierto, jamás observamos por aquí tratando de preguntar al menos de qué se trata. No decimos que debieron venir a transformarse en actores protagónicos del conflicto pero tampoco se acercaron a conocer nuestra opinión, proponer soluciones o exhibir cualquier gesto que nos permita suponer preocupación de su parte. Si sólo les inspira gracia, nos preguntamos: ¿cuál es la gracia? Está muy claro para todos nosotros que tenemos mucho por mejorar, como también que al afiliado no le podemos pedir comprensión después de verse sometido a una o dos horas de cola y a un laberinto burocrático de trámites que no son autorizados y los obliga a volver una y otra vez, en definitiva a ser víctimas de un sistema que nos pone en el lugar de operarios de la desconsideración, auténticos convidados de piedra que protestamos para evitar una guerra de pobres contra pobres. Es con ellos que podremos revertir tan patético estado de situación y no contra ellos. Lo hacemos por ellos y también por nosotros. El "enemigo" es el poder que contempla, en el mejor de los casos impasible, por no decir que ni siquiera contempla. Las dos veredas están claramente diferenciadas. Esteban y Pirin: ¿de qué lado están?
Empleados del Iapos Area Sur
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