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 domingo, 12 de septiembre de 2004

Editorial
La industria es la clave

Lejos de cualquier intento por ideologizar artificialmente la verdad que exponen los hechos, en su libro "Historia del siglo XX" el prestigioso historiador británico Eric Hobsbawm escribe una frase concreta acerca del destino de las naciones del globo después de la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial: "Los grandes éxitos económicos de la posguerra en los países capitalistas, con contadísimas excepciones (Hong Kong), son ejemplos de industrialización efectuados con el apoyo, la supervisión, la dirección y a veces la planificación y la gestión de los gobiernos, desde Francia y España a Europa hasta Japón, Singapur y Corea del Sur". La contundencia del concepto, basado en la frialdad de los datos estadísticos, no concede demasiado margen para las discusiones académicas. La pregunta que subyace, sin embargo, resulta tan amarga como inquietante: ¿es posible que la Argentina haya equivocado tanto el camino en las últimas tres décadas?

Si se evalúan, en efecto, las políticas aplicadas tanto por gobiernos democráticos como por dictaduras militares a lo largo de ese prolongado lapso, con la excepción de períodos puntuales la impronta distó de vincularse con el estímulo a la producción y el trabajo nacionales. Los resultados de la aplicación práctica de tales recetas -habitualmente emanadas de la matriz del pensamiento neoliberal- han quedado a la vista: desempleo, recesión, fragmentación social, hambre, caos.

Más allá de hombres y nombres, la nave ha virado de rumbo, acaso impulsada por la necesidad. Y de ello dejó clara constancia el presidente Néstor Kirchner el pasado jueves, cuando estuvo presente en el lanzamiento del segundo turno de producción de la automotriz General Motors en la localidad de Alvear, que significó la incorporación de 320 nuevos operarios a la planta.

"Nos hicieron creer a los argentinos que todo lo que se hacía acá era caro y de menor calidad, y que la modernización económica pasaba por destruir la industria nacional y dejar a centenares de miles de argentinos sin trabajo", dijo Kirchner, y precisó: "Todo el mundo sabe de la calidad técnica del obrero argentino y de la capacidad de producción que tenemos. Ahora eso está seriamente acompañado por las políticas del gobierno, tendientes a consolidar el proceso de reconstrucción económica en base a la reconstrucción industrial que la Argentina necesita".

No se intenta en lo más mínimo desde esta columna ejercer ninguna forma solapada de oficialismo, sino marcar la importancia que tiene que el jefe del Estado nacional -sea del signo o partido que fuere- defienda valores que ningún país desarrollado del orbe ha podido darse el lujo de ignorar.

La industria es clave y el gobierno parece estar consciente de ello. La ciudadanía en su conjunto debe comprender la magnitud del desafío, que abarca todos los terrenos -incluso el del discurso-, y luchar con todas sus fuerzas para sentar las bases de un país mejor, basado en un paradigma nuevo.

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