| domingo, 12 de septiembre de 2004 | Panorama político Kirchner, Lole y el camino del PJ Mauricio Maronna / La Capital El gobierno nacional tiene un plan para el PJ santafesino, que responde a la siguiente pregunta: ¿cómo unir lo que la realidad ha convertido en hilachas?
Operadores full time de la Casa Rosada (no son muchos, pero tejen con la paciencia de la araña), están convencidos de que la pretensión de reformar la Constitución provincial, y los futuros comicios legislativos, son una buena oportunidad para que todos los sectores internos tengan su manta protectora y nadie se quede a la intemperie.
Cuando esta columna publicó domingos atrás que la idea que primaba en las usinas de Balcarce 50 y en la mismísima Casa Gris era llegar a los comicios con un partido oficialista unido bajo el calor de la ya conocida "supersábana", los obeidistas se miraron entre sí tratando de descubrir quién había sido el "garganta profunda".
Con cierta dosis de ingenuidad tardaron en comprender que en la mesa de arena del gobierno nacional Santa Fe está enmarcada por un círculo rojo, junto a Capital Federal, provincia de Buenos Aires y Córdoba, al fin los distritos que estarán o no en condiciones de darle al presidente Néstor Kirchner una bendición electoral que le fue negada en las presidenciales, cuando Carlos Menem lo arrasó en el interior profundo del país.
Las reiteradas visitas del santacruceño a la provincia no responden a la casualidad: mientras está a punto de alumbrar un acuerdo con Eduardo Duhalde en el distrito más poderoso, intenta ampliar masa crítica en Santa Fe, donde, el 27 de abril de 2003, quedó relegado al cuarto lugar.
Las encuestas dicen hoy que el jefe del Estado es el dirigente mejor posicionado en la provincia, pero que el kirchnerismo es una entelequia, una construcción teórica sin encarnadura real.
Los flirteos con el frustrado candidato a gobernador Hermes Binner sirvieron en una primera etapa para mantener a raya lo que los medios nacionales consignaban como una verdad revelada: un polo opositor al jefe del Estado encabezado por Carlos Reutemann, al fin uno de los pocos referentes justicialistas (y se cuentan con los dedos de una mano) que quedaron en pie de cara a algún otro llamado de la historia, la misma a la que le cerró la puerta con su cadena de nones en el 2003. La Argentina es tan particular que hasta puede contradecir esa lucubración que sostiene que los milagros se dan por única vez en la vida.
El sobresalto que generó el resultado santafesino del 7 de septiembre del año pasado en la mesa chica del kirchnerismo (que tras la debacle de Binner aguó el festejo con champán que tenía preparado el jefe de Gabinete, Alberto Fernández), logró ser aplacado un año después. Tras un juego a tres bandas en el inicio de su gestión, el gobernador Jorge Obeid se alineó con las políticas del presidente y, hoy por hoy, lo necesita como el aire para respirar.
Como las perdices que solamente se sobresaltan ante las luces de las camionetas de los cazadores, Reutemann ensayó apenas un zafarrancho de combate con el poder central cuando Fernández quiso sembrar sospechas sobre los fondos destinados a paliar los efectos de la inundación en la capital de la provincia. Con los números en la mano, el Lole demostró sus razones y volvió a refugiarse en el bajo perfil.
Hoy sigue convencido de que el presidente Kirchner está "bárbaro", que el Estado tiene "la plata y los medios (de comunicación) a favor" como para no sufrir sobresaltos en el corto plazo y confirma que seguirá siendo "un soldado" a la hora de votar las leyes que proponga la Casa Rosada.
"(En el 2005) no voy a ser candidato a nada, ya se lo dije...", se blinda el Lole cuando se le pregunta sobre las futuras elecciones a convencional constituyente. "Eso es para los próceres, los constitucionalistas, los juristas de nota", ironiza, antes de hacer una nómina de abogados de apellidos compuestos e ilustres.
Sin embargo, sabe perfectamente que la Casa Rosada ya susurró su intención de cobijar a todos los ismos en una boleta sábana (reutemismo, kirchnerismo, obeidismo y ¿menemismo?).
"Es tal cual publicaron ustedes el domingo 22 de agosto pasado: votar en la misma fecha para la renovación de la mitad de los diputados nacionales (9), convencionales constituyentes para reformar la Constitución de la provincia, intendentes, presidentes de comuna y concejales. Ahí todos van a tener su lugar, pero es indispensable para nosotros que el Lole juegue. Ojo, también es indispensable para él", suelta un funcionario provincial.
Cuando se trata de chequear el dato, Reutemann intenta aventar las especulaciones: "¿Le parece poco lo que ya hice por el justicialismo? Logré ganar las elecciones y ponerle la banda a otro peronista", dice el senador desde su celular mientras recorre su inexpugnable reducto de Llambi Campbell. "Además, el presidente ahora lo tiene a (Horacio) Rosatti, que es constitucionalista...", agrega el gran elector.
Reutemann prefiere no abundar en declaraciones y refugiarse en cuestiones futboleras: "Me puso contento lo de (Marcelo) Bielsa en los Juegos Olímpicos, miré la final y me acordé de algunas cosas". ¿Qué habrá pasado por el laberíntico pensamiento del ex gobernador? Nadie lo sabe.
Obeid cree que, más allá de lo que diga, Reutemann tiene que "cuidar los 800 mil votos" que obtuvo en los últimos comicios. "El hace siempre lo mismo: dice que no, pero después lo vamos a buscar y sale a la cancha", se le escucha diagnosticar al jefe de la Casa Gris, hoy envuelto en un durísimo cruce con Amsafé que podría eyectar del cargo a la ministra de Educación, Carola Nin, en un tiempo no muy lejano.
Aunque se lo desmienta una y mil veces, el gobernador planeaba un relanzamiento de su gestión (con nuevas caras y nombres) hacia el final de su primer año de gobierno. Las crisis, a diferencia de las embestidas del huracán Iván, no se anuncian con tanta anticipación.
Mientras Kirchner cierra un acuerdo con Duhalde en provincia de Buenos Aires para jugar a la primera dama sin que se alteren los ánimos de los barones del conurbano, los operadores que monitorean la política santafesina ventilan en off una lista de potenciales candidatos a convencional constituyente: Reutemann, María Eugenia Bielsa, Rosatti, Omar Perotti (y siguen los nombres).
Al tiempo que la vicegobernadora se ríe de las "fantasías", un dirigente que sigue de cerca la conformación de la plantilla exagera la nota y sostiene: "Con ese dream team y la imposibilidad de que la oposición vaya en una única lista, el justicialismo vuelve a ganar. Imagínese a Kirchner recorriendo la provincia junto al Lole...". Cuando se disca el prefijo 042, una voz desinfla las expectativas: "Y sí, a estos muchachos lo que les sobra es imaginación". El final está abierto.
En tiempos de repliegue hacia el paraguas blindado que ofrece el PJ, los devaneos transversales de la intelectualidad progre, que quiso ver en Kirchner a una especie de "hombre nuevo" que llegaba para terminar con el "monstruo" que creó Juan Domingo Perón, quedaron en punto muerto hasta nuevo aviso.
El hombre que llegó del sur volvió a la liturgia justicialista; el jueves se dio un baño de peronismo prehistórico en La Matanza, habló de "los compañeros" y reivindicó la figura del mítico general.
"¿Vio ese líquido rojo que le aparece a Kirchner en uno de los labios? No es sangre, está largando los vestigios de izquierda que le quedan", interpreta con ingenio un eterno buceador de las intrigas de los muchachos peronistas. enviar nota por e-mail | | Fotos | | |