| domingo, 15 de agosto de 2004 | La diversión de los estudiantes en Bariloche no se detiene Pese a las descomposturas y los accidentes, los chicos siguen de caravana. Cómo es una semana en esa ciudad Laura Vilche / La Capital San Carlos de Bariloche (enviada especial). - "Se desnucan" con alcohol y drogas, "se zarpan" sexualmente, "se pasan de rosca" porque no duermen. "Hacen cualquiera" durante diez días y siete noches. Eso se suele escuchar sobre los estudiantes que van cada año de viaje de estudios a Bariloche. ¿Mito o realidad? La Capital recorrió esta semana la ciudad rionegrina para ver qué hacen realmente los chicos allí; en qué gastan el promedio de 500 pesos que se lleva cada uno, cómo se mantienen en pie cuando duermen apenas cuatro horas diarias, cómo pasan las tardes en las excursiones y las noches en los boliches. Más allá de lo que se diga de ellos, funcionarios y empresarios barilochenses, padres acompañantes, coordinadores y los propios estudiantes rosarinos desmintieron casi a coro que la capital de los lagos sea un lugar de reviente. "No hacemos acá nada que no hagamos en Rosario", aseguraron los chicos. Y si bien a veces se quejan por la comida o porque el viaje de ida y de vuelta se les hace muy largo, dicen que la pasan bárbaro y que no quieren volver a casa.
"Es mejor despertarte acá que para ir a la escuela. Y además en Bariloche pasa lo mismo que allá: ¿o qué creen, que en Rosario no hay drogas, alcohol, sexo y bardo entre los jóvenes?", se preguntó Andrés, del colegio Lasalle.
La recorrida de este diario por Bariloche se dio en medio de una semana accidentada. La mala racha comenzó con una gastroenteritis masiva de estudiantes rosarinos y siguió cuatro días después con un accidente en una aerosilla del cerro Catedral con un saldo de 17 heridos.
El 6 de este mes, 73 chicos rosarinos que se alojaron en los hoteles Aguas del Sur, Tívoli y Plaza (todos contratados por la empresa Transatlántica) presentaron un cuadro de fiebre, vómitos y descompostura intestinal. Se pensó en una intoxicación alimentaria, después en la ingesta de agua del arroyo López, hasta que surgió la hipótesis de un virus, aunque todavía nadie sabe a ciencia cierta qué pasó. La cantidad de afectados ascendía hasta ayer a 192 y el Ministerio de Salud de Río Negro ordenó desalojar los hoteles Plaza y Aguas del Sur para desinfectarlos. Mientras tanto, la ministra de Salud santafesina, Claudia Perouch, recomendó el jueves evitar la salida de nuevos contingentes. Sólo Transatlántica actuó en consecuencia, aunque mañana retomará los traslados.
Pero a pesar del malestar intestinal con el que algunos chicos volvieron a la ciudad, 800 estudiantes rosarinos seguían esta semana de conga intentando que nada empañara la diversión.
La mejor muestra de ello fue uno de los cantitos que entonaban durante los paseos. "Yo no me intoxiqué, yo no me intoxiqué", se convirtió en hit. Tras él se ubicarían en el ránking: "No se metan con la lepra, no se metan con Central, no se metan con Rosario que es orgullo nacional" y "Rosario copa, copa Bariloche, lo copa de día, lo copa de noche". Dos cartas que sacaron de la manga cada vez que se enfrentaron a los contingentes porteños, en una pica (Buenos Aires versus interior) que ya tiene una tradición de más de 20 años.
Después de la descompostura masiva, chicos y adultos dijeron sentirse en medio de un "operativo de prevención". Hubo tantos llamados y recomendaciones por celular desde Rosario que algunos adolescentes se quejaron: "Vinimos para liberarnos de la familia y nos meten más presión que una marca cuerpo a cuerpo", disparó un alumno del colegio del Huerto.
Marcela, madre acompañante de los alumnos de Nuestra Señora de la Asunción, aseguró que a los cursos que tenía a cargo les proveyeron agua mineral como precaución. Mariano, Maqui y Franco, de la Escuela Nº212 de Teodelina, compartían hotel con rosarinos, y contaron que los trasladaron de sus habitaciones por desinfección. Pero las que más ganaron fueron las chicas del Bernardino Rivadavia. "Nos dieron gaseosa para cuidarnos del agua y nos cambiaron a un hotel frente al lago Nahuel Huapi. Estamos de diez", afirmaron Liley y Natalia.
Buzos, ojeras y disfonías No sólo se los reconoce por los buzos bordados con el típico "Bariloche 2004" o las camperas con el logo de la empresa. A los estudiantes se los identifica por las ojeras y la disfonía. También por moverse en grupitos durante las 24 horas.
La mayoría no conoce qué es desayunar en el hotel. "¿A quién se le ocurre poner el desayuno de 7 a 10?", preguntó Martín, del Normal 20 de Quilmes. Los hechos le demuestran que tiene razón. Los que vuelven del boliche entre las 6 y las 7 lo único que quieren es toparse unas pocas horas con la almohada, rebotan y salen otra vez. "Estamos fusilados. Este viaje es lo más, pero cansa. Dormimos unas cuatro horas por día y a veces nos perdemos las excursiones o vamos directamente dormidos", admitieron Andrés D'Acenso, Nicolás Benardinelli y Matías Bernasconi, tres rosarinos que cursan en la Agrotécnica de Casilda.
Las opciones para divertirse durante el día tienen dos grandes propuestas y una amplia gama de posibilidades: actividad en la nieve o turismo de aventura.
Para calzarse los esquíes todos opinan por unanimidad que no hay como el Cerro Catedral. "Es lo más", dicen, y no se equivocan: ese centro de esquí es uno de los más importantes de América del Sur. El cerro tiene 2.388 metros de altura, pero los estudiantes se contactan con la nieve a los 2.000 metros tras un viaje de 15 minutos en aerosilla.
"Llamen a mi mamá", gritó el jueves pasado, medio en broma y medio en serio, un alumno del colegio San Antonio. Uno de los tantos que sufrió de vértigo durante el trayecto y que fue recibido antes de poner los pies en la tierra con la pregunta: "¿Querés la foto?". Obviamente el alumno gritó que sólo se quería bajar y el hombre se perdió una venta de 5 pesos.
"Hacemos entre 800 y mil bautismos diarios", detalló Sebastián Martínez, de la concesionaria del Catedral. Esto implica que los estudiantes aprendan el ABC del esquí (frenar o hacer cuña y deslizarse). "En realidad lo que más hacemos es pegarnos unas piñas bárbaras contra la nieve", admitieron Florencia y Luciana, del colegio Los Angeles. Pero antes de llegar a esa etapa todos los chicos hicieron la típica: se tiraron bolas de nieve, resbalaron de cola (en un casero y ya conocido culipatín) y hasta jugaron a las cabezas. Los rosarinos armaron dos bandos clásicos: auriazules contra rojinegros, y desplegaron allí bufandas, camisetas y banderas al tono. En el complejo se almuerza (menúes clásicos: milanesa con papas fritas y jugos). Hay que esperar turno, y ahí los chicos aprovechan a recorrer el predio donde se levanta un shopping, locales de comidas y moda de nieve.
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