| domingo, 15 de agosto de 2004 | La debacle de las empresas Roberto Sansó conoce a fondo los pro y contras del negocio turístico estudiantil. "Es algo muy difícil de trabajar, el riesgo es muy grande", admitió. El empresario comenzó en el rubro en 1985, "cuando las cosas eran distintas". Sin embargo, tal como les ocurrió a varias compañías, los tiempos de bonanza dieron un vuelco irreparable. En este tipo de viajes "se manejan costos diferentes; los chicos tienen pensión completa y no es fácil la relación con los hoteleros", confesó. Para él, estos suelen prometer cosas que después incumplen. "Y la que tiene que poner la cara es la agencia", dijo indignado otro referente del ramo.
Una de las explicaciones en torno a los problemas que se pueden presentar fue la siguiente: "Si se afloja un eslabón de la cadena, se pudre todo". Es que en este metier hay varios engranajes: transportistas, hoteleros, coordinadores, agencias y vendedores varios. De ahí que se hace imprescindible que todos cumplan.
La competencia entre las firmas operadoras puede también jugar en contra. Con tal de ganar la pelea las compañías prometen servicios que después no pueden garantizar. Cualquier crisis financiera, por mínima que sea, causará efectos negativos.
El punto es que los viajes se venden insólitamente un año antes. Los padres firman con meses de anticipación los contratos, y cualquier aumento de precio de los servicios es fatal para las agencias. Ese es el principal motivo de la debacle de decenas de compañías. Y más todavía en épocas de hiperinflación o devaluación, algo que jugó muy en contra a las que crecieron estrepitosamente. Ante la enorme demanda, se engolosinaron, tomaron créditos para adquirir sus propios colectivos y hoteles, y les fue imposible mantenerlos. enviar nota por e-mail | | |