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 sábado, 03 de abril de 2004

"Me desesperaba por leer, pero no tenía textos"

A los 11 años, Leandro ya había sido reconocido en un certamen de escritura. Cursaba por ese entonces el 5º grado de la primaria en la Escuela Santa Lucía, ubicada en el barrio del mismo nombre, que en ese momento estaba por donde hoy pasa la autopista a Córdoba (a la altura de Pellegrini y Circunvalación). Leandro vivía en esos años en una villa pegada a la escuela, luego se trasladó al barrio -que conservó su denominación- construido a pocas cuadras. Más tarde, cuando terminó 7º grado, cursó su secundario en la Escuela Media Nº 347 Angel Guido.

"Me acuerdo de una maestra de la primaria: Susana Silvestri. A ella le gustaba que leyera y dibujara, me daba ánimos para eso", se anticipa Leandro antes que la pregunta por los recuerdos escolares surgiera en la charla. "La directora Maruja era piola, pero nosotros la veíamos como a cualquier directora, como la mala de la escuela".

"En el secundario -continúa- tuve buenos docentes de literatura, me ayudaron mucho porque se me hacía muy difícil seguirlos". El contacto con los libros y la lectura siempre fue conflictivo para este estudiante. "Cuando era chico me desesperaba por leer, estaba muy ansioso, pero no tenía con qué. Donde vivía no había bibliotecas y mi escuela era muy pobre, sin recursos.


García Márquez
Mi profesora Susana cada tanto me alcanzaba un libro. En el secundario conocí a García Márquez, pude leerlo y me encantaron "La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada" y "Relatos de un náufrago". Tengo pendiente "Cien años de soledad" y "El coronel no tiene quien le escriba".

En realidad, Leandro se contactó de lleno con los libros recién en la universidad. Al menos eso es lo que confiesa: "Uso la biblioteca de la facultad, también voy a la Estrada y una popular que está cerca del Monumento a la Bandera", dice al mencionar sus lugares de lectura.

En estos días, dos situaciones confirman que los problemas vividos por Leandro en su época escolar no variaron demasiado con el correr de los años. Por un lado, su ex escuela, la Santa Lucía, hizo un reclamo público pidiendo textos para que los chicos puedan estudiar.

Por otro, el ministro de Educación de la Nación, Daniel Filmus, -cuya cartera impulsa un Plan Nacional de Lectura- reconoció que en la Argentina no se lee por falta de libros, y también por una escala distorsionada de valores en que los textos pasan a ser objetos secundarios si se los compara con otros consumos. Al respecto señaló que en Chile, por ejemplo, la relación libro-alumno es de tres libros por chicos, en cambio en la Argentina de un libro por cada tres alumnos.

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