Televisión/Crítica

"Padre Coraje": La historia de un justiciero que usa sotana para buscar la verdad

La televisión argentina estrenó anteanoche la mejor ficción en lo que va del año. Con una mezcla de policial, historieta de aventuras y culebrón, "Padre Coraje" se lució en el debut con una superproducción de época y, más allá de un rating no tan auspicioso, seguramente se convertirá en el caballito de batalla de Canal 13.

Facundo Arana y Nancy Dupláa respondieron a las expectativas depositadas sobre ellos. La dupla ya había funcionado en "O99 Central", cuando simplemente eran los agentes policiales Tomás Ledesma y Laura Copioli y protagonizaban un amor imposible. Ahora, la historia se traslada a marzo de 1952, en la localidad porteña llamada La Cruz, adonde cabe el refrán "pueblo chico, infierno grande".

El intendente Manuel Costa (Raúl Rizzo) encabeza una logia perversa y asesinó a su supuesto amigo por diferencias políticas. Las hijas de la víctima son Clara (Dupláa) y Ana (Carina Zampini), quienes creen que el que mató a su padre fue Coraje, un héroe justiciero (Arana).

Coraje es sólo el chivo expiatorio a quien le quieren cargar el muerto. Y como el héroe busca justicia, ahora aprovechará que nadie conoce su rostro para adoptar una personalidad simulada y meterse en los oscuros laberintos de La Cruz. Así, mutará en el padre Juan, un sacerdote novato que como primera medida deja entrar a todas las prostitutas del burdel en la parroquia por aquello de "quien esté libre de pecado que tire la primera piedra".

Los guiones de Marcos Carnevale y Marcela Guerty tienen la virtud de tomar como eje el asesinato, y a partir de allí contar otras tramas paralelas que potencian la tira. De este modo se abordará el derrotero de una hija por conocer a su padre; el afán de una mujer rica por conquistar al intendente, quien a su vez desea a la viuda de Guerrico, el hombre asesinado, y el espíritu corporativo de la banda de Coraje.

En su primera telenovela de época, Pol-Ka no se obsesionó por respetar la vestimenta de la década del 50, ni mucho menos el lenguaje y modismos de entonces.

Pero lo interesante fue la calidad de sonido, preferentemente en las escenas grabadas en exteriores, y el cuidado de la imagen, algo que ya es marca registrada en la productora de Adrián Suar. Otro punto alto es la buena elección del elenco, en donde reaparecen figuras de la talla de Nora Cárpena, Leonor Benedetto y Erika Walner, y se destaca Javier Lombardo.

La mirada sexy con la que Dupláa cierra el capítulo inicial cruzándose con los ojos de Arana marcó un tic del género, que por un lado se convierte en un cliché y por otro despunta el comienzo de un culebrón irresistible.