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 domingo, 21 de diciembre de 2003

El DT analiza el presente y el futuro de Rosario Central
Un brindis diferente para Miguel Angel Russo
"El año de Vitamina marca al grupo. El sabía que era un clic en su carrera", dijo el técnico

Alejandro Cachari / La Capital

El 1º de enero de 2003 fue completamente distinto a lo que será el 1º de enero de 2004". La primera referencia de Miguel Angel Russo posiciona futbolísticamente a Central y también a él, uno de los artífices de la enorme distancia que existe entre una realidad y otra. Hace casi doce meses, Central festejaba el año nuevo en zona de promoción. En pocas horas, brindará pensando en la Copa Libertadores y un Clausura que no deteriore el promedio. Para ello alcanzará con unos 20 puntos.

"Estaba convencido de que si zafábamos de la promoción íbamos a entrar en alguna Copa. Porque teníamos 25 puntos del torneo anterior y como mínimo precisábamos 32 ó 33 para salir. Eran muchos puntos. Lo de las copas llegó por decantación. Salvarnos del descenso nos llevó a ingresar en los torneos internacionales", detalló Russo.

"A comienzos de año arriesgamos con Gaona, trajimos a Petaco porque lo conocíamos y conseguimos a Messera sabiendo que había que reinsertarlo dentro del circuito argentino. Fue una apuesta importante, como el hecho de creer en los más jóvenes. Tuvimos la suerte de que explotó el Chelito y Figueroa ya venía bien. El año de Vitamina marca en parte la actitud de este grupo. El se lo propuso, trabajó y luchó. El sabía que era un clic en su carrera. Era seguir o no en el fútbol. Y apostó a pesar de traer dos años de discontinuidad. Tuvimos que sobrellevar un montón de cosas con el apoyo de la gente y llegamos a un final incierto, algo ya característico en la historia de Central. Después llegó la sangría y las elecciones. Hubo que armar un nuevo equipo y me recosté mucho en la base. Manteniendo el medio y la última línea podíamos tener el sustento que buscábamos. Lo de arriba había que acomodarlo. Sabía que se me iban más de 20 goles".

-¿Te ilusionaste con la posibilidad de ser campeón?

-¿Por qué no? No podés ir en contra de la corriente. Antes no lo decía, pero ahora sí. Aún sabiendo que iba a ser muy difícil porque nuestro potencial era inferior y te podían pegar un cachetazo. Asumí lo del cachetazo y me ilusioné. Tengo los pies sobre la tierra pero no puedo dejar de soñar. Tampoco podía salir a decirle a la gente que no íbamos a salir campeones. Lo peleamos porque estábamos ahí.

-¿Arriesgás mucho diciendo que Central va a apostar a la Libertadores?

-No, porque es lo que la gente pide. ¿Cuántas veces podés jugar la Copa? Tenés que laburar mucho para estar. Y la tenemos ahí, ¿cómo no la vas a jugar con todo lo que tenés? Por eso nos propusimos 30 puntos para el Apertura. Aún jugando un Clausura mediocre de 19 ó 20 puntos podría afrontar yo, o cualquier otro entrenador, la próxima temporada sin problemas con el promedio. Eso tiene un valor muy alto. No es una apuesta. La juego con la tranquilidad de haber hecho algo anteriormente que me da el plafón necesario para tener tropiezos y cometer algún error. No se puede desechar la posibilidad aún sabiendo que hay que armar el equipo, traer jugadores. Son los riesgos y hay que asumirlos.

-Está claro que te vas a recostar otra vez sobre la base.

-Sí, porque creo en mis jugadores. A algunos vamos a tener que acompañarlos y otros como Petaco, Gustavo, Vitamina, Ezequiel, Herrón tienen experiencia. Si fuera a ciegas, no sabiendo lo que es jugar en Asunción, por ejemplo, sería otra cosa. No voy a lo desconocido y sé realmente lo que tengo. Este grupo me demostró que cada vez que lo planteamos, cumplimos con el objetivo más allá de algunos desniveles.

-¿Estás de acuerdo con la famosa frase que asegura que la Copa también se juega afuera de la cancha?

-Creo que en otra época ese tipo de situaciones era un poco más especial. Ahora dependés mucho de la televisión. Necesitás un margen muy importante para moverte en los viajes con libertad. Y eso es clave si tenés planteles reducidos. Vamos a ser realistas. El nivel del arbitraje sudamericano, salvo excepciones de aquí y algunos otros países, es muy flojo. Con el resto estás en las manos de Dios. Hay que evitar algunas cosas. Y en algún momento tenés que saber luchar como un equipo que rompe intereses. A medida que uno va subiendo van apareciendo los juegos de poder. Está en nosotros mismos tener el poderío necesario para hacernos valer a nivel de juego, de dirigentes. No pasa por una cuestión económica, sino por demostrar que Central en Rosario y en Argentina es una plaza apetecible para todo el mundo. Hoy por hoy Fox va por todo el mundo y no te olvidés que este es un torneo de Fox. Es Toyota, que es internacional... Se mezclan muchas cosas de poder que ameritan que uno sepa dónde está parado y qué es lo que está jugando. Tomé noción cuando apareció el cartelito de Central en el tablero. Ahí ves todos los personajes que giran alrededor.

-¿Qué es más difícil, ganar la Libertadores o el torneo local?

-Cualquiera de los dos me pondría en una situación especial. La Copa, cuando empezás a jugarla, empieza a tener un gustito muy particular. En el torneo local te corre una adrenalina, en la Copa la misma con un flujo mayor y el mayor grado de adrenalina es a nivel de selección.

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Russo dice que no es un riesgo apostar a la Copa.

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