No se subió al tren

Ñuls dejó pasar una chance para seguir prendido

José M. Petunchi / Ovación (Buenos Aires, enviado especial)

Partidos como el de ayer abren un enorme signo de interrogación sobre las verdaderas chances de Newell's de candidatearse para pelear arriba hasta el final. Porque su inestabilidad y titubeos resurgen cíclicamente para abortar el despegue que insinuó en los últimos encuentros pero que no siempre logra llevar del enunciado a los hechos. El de la víspera era un momento inmejorable para, desde lo anímico y futbolístico, aprovechar el invalorable envión que le otorgaba el triunfo ante Boca. Pero volvieron a quedar envueltos en sus tinieblas, en su propensión a dejarse llevar más por las vacilaciones que por las virtudes de sus individualidades. En definitiva, volvió a quedar en la difusa identidad del equipo, que no logra sustentar por períodos prolongados lo bueno que hace por etapas. Entonces, la cima de la tabla empieza a quedar cada vez más lejana y los sueños parecen más utópicos.

Chacarita le empató (1-1), y con poco desnudó la mediana estatura de equipo de este Newell's, al que sin dudas todavía le falta moldear su carácter y su temple, pero sobre todo su fútbol. Ese que ayer en San Martín mostró sólo en cuentagotas. El funebrero hizo todo a su manera, siendo cuidadoso de sus intereses, aunque a veces en su afán de buscar la victoria puso en peligro el punto que había logrado con tanto esfuerzo.

Es cierto que Newell's tuvo chances para liquidarlo en ese cuarto de hora del final del primer tiempo, cuando Mauro Rosales empezó a desequilibrar por su sector, cuando Patiño tuvo precisión y Silvani oportunismo. Así no sólo llegó al gol, a los 36' por intermedio del Cuqui, sino que además generó lo mejor de su fútbol y también las chances más claras. Vásquez no llegó a un centro de Silvani; el Mono le tapó el remate a Julián, que dejó a dos en el piso; o en ese pelotazo bárbaro de Silvani desde 25 metros que el arquero desvió con esfuerzo al córner.

No obstante, la oportunidad para quebrar definitivamente a Chacarita la tuvo a los 44', pero Vásquez resolvió displicentemente una chance inmejorable solo ante Navarro Montoya y Chaca se lo facturó. A la vuelta del vestuario, y sin merecerlo, Pedernera clavó un zapatazo de más de 25 metros que cambió el rumbo del partido. Porque el funebrero, que en el primer tiempo había molestado con sus aproximaciones al ayer extrañamente dubitativo fondo rojinegro, se animó.

Entonces, llevados por la necesidad, el trámite se hizo de ida y vuelta. Cambiaron golpe por golpe, y en ese cúmulo de sensaciones, Newell's dejó la mejor impresión, pero al final el empate lo castigó porque no tuvo volumen de juego ni profundidad.

Le tocó sufrir con algunas contras, como en esa tapada notable de Palos a un disparo de Graf, y no tuvo la suficiente profundidad como para quebrar a un imperturbable Navarro Montoya, que, no obstante, se tuvo que revolcar ante un centro de Rosales que Ruiz no llegó a conectar y Precone envió al córner, y en un bombazo de Patiño cuando el partido se moría.

Y ya no tuvo más tiempo para modificar el rumbo de la historia. La de un partido en el que su impotencia, el desbalance que tuvo por momentos y algunas dudas defensivas lo condenaron a hipotecar la ilusión que construida hace cuatro días ante Boca. Newell's volvió a quedar lejos y con un diagnóstico poco halagüeño: cuando dependió de si mismo no supo cómo ayudarse.

El Cholo Guiñazú se escapa de la marca rival.